Sobre el mar, bajo la Tierra by Susan Cooper

Sobre el mar, bajo la Tierra by Susan Cooper

autor:Susan Cooper [Cooper, Susan]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 1965-01-01T05:00:00+00:00


Capítulo 9

Barney pegó la nariz al cristal de la ventana del dormitorio de Jane. Vio a Simon y a Jane que levantaban la mirada y le saludaban con la mano, pero el tío abuelo Merry avanzaba sin mirar a izquierda ni a derecha, una figura alta que se desvaneció en la obscuridad. Barney sonrió para sí. Conocía muy bien aquel paso tan decidido.

Siguió mirándoles hasta que sólo vio en la obscuridad las luces del pueblo que bailaban en el agua negra y rizada, entre las fantasmales barcas. En el yate de los Withers no había ninguna luz encendida. El niño se apartó de la ventana, suspirando un poco por la frustración de haber tenido que quedarse en casa. Para consolarse, aferró el estuche del telescopio que Simon le había entregado con solemnidad antes de marcharse. Enseguida se sintió mejor. Era un caballero al que habían confiado una misión sagrada; había resultado herido en la batalla, pero tenía que guardar su secreto… dobló cada pierna con suavidad e hizo una mueca al notar la ardiente tirantez de la piel en las rodillas. Estaba rodeado por el enemigo, que perseguía el secreto que él custodiaba, pero nadie sería capaz de acercarse…

—Bueno, venga, a la cama —dijo la señora Palk detrás de él, inesperadamente.

Barney se giró en redondo. La mujer estaba de pie en la puerta, iluminada por la luz del rellano, observándole. Los dedos de Barney se curvaron instintivamente en torno al frío estuche de metal y se dirigió hacia la mujer, descalzo. La señora Palk se apartó para dejarle traspasar la puerta. Cuando pasó por su lado, ella alargó la mano con curiosidad.

—¿Qué llevas ahí?

Barney apartó el estuche de un tirón y se apresuró a reír con una risa forzada.

—¡Ah! —dijo con toda la indiferencia que fue capaz de mostrar—, es un telescopio del capitán que he cogido prestado. Está muy bien. Puedes ver todos los barcos que pasan por la bahía. Creía que podría ver a los otros bajar al puerto, pero está demasiado obscuro.

—¡Ah, bueno! —La señora Palk pareció perder interés—. Qué curioso, nunca he visto que el capitán utilizara ningún telescopio. Pero en esta casa debe de haber toda clase de objetos extraños, más de los que yo jamás conoceré.

—Bueno, buenas noches, señora Palk —dijo Barney dirigiéndose hacia su habitación.

—Buenas noches, cariño —dijo la señora Palk—. Llámame si quieres algo. Supongo que me acostaré pronto; mis días de esperar a los pescadores han terminado.

La mujer desapareció escaleras abajo y apagó la luz del rellano.

Barney encendió la lámpara de su mesilla de noche y cerró la puerta con cuidado. Se sentía desprotegido, y bastante nervioso aún, sin el tío abuelo en la casa. Pensó poner una silla contra la puerta, pero cambió de opinión cuando recordó que Simon tropezaría con ella cuando regresara. Lo último que deseaba era que alguien pensara que había tenido miedo al estar solo.

Sacó el manuscrito para echarle un último vistazo y para adivinar lo que Simon y Jane podrían descubrir con la sombra de la piedra vertical.



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