Robert Louis Stevenson by G. K. Chesterton

Robert Louis Stevenson by G. K. Chesterton

autor:G. K. Chesterton [Chesterton, G. K.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Memorias
editor: ePubLibre
publicado: 1927-01-01T05:00:00+00:00


VI

EL ESTILO DE STEVENSON

Antes de escribir este capítulo debería explicar que soy del todo incapaz de escribirlo: por lo menos como muchas y serias autoridades literarias imaginan que debería ser escrito. Soy una de estas humildes personas para quienes lo principal del estilo se relaciona con el decir algo; y en general, en el caso de Stevenson, con contar una historia. El estilo toma su más viva, y por lo tanto, más adecuada forma, de dentro; como la narración se anima y salta, o la afirmación se hace vehemente o de peso, por ser o autoritaria o argumentativa. La frase toma su forma del movimiento, como toma su movimiento del motivo. Y el motivo (para nosotros los fuera de la ley) es lo que el hombre tiene por decir. Pero hay un tratamiento técnico del estilo por el cual siento un profundo respeto, pero es un respeto de lo desconocido, por no decir de lo ininteligible. No diré que sea griego para mí, porque conozco el alfabeto griego y no conozco el alfabeto de estos gramáticos de la cadencia y la secuencia; todavía puedo leer el Testamento Griego, pero el evangelio del puro y abstracto inglés no me trae ninguna nueva. Lo saludo de lejos como hago con la armonía musical o las matemáticas superiores; pero no introduciré en este libro un capítulo sobre ninguno de estos tres temas. Cuando hablo del estilo de Stevenson quiero decir la manera como podía expresarse en inglés corriente, aun cuando fuese en algunos aspectos un inglés peculiar; y solo dispongo del más elemental inglés para criticarlo. No puedo usar los términos de ninguna ciencia del lenguaje, ni de ninguna ciencia de la literatura.

Mister Max Beerbohm, cuya aguda y clásica crítica está llena de esas brillantes profundidades que muchos toman por superficialidades, ha comentado con mucho acierto las fatigosas repeticiones de los periódicos, que perjudicaron grandemente la fama stevensoniana en el período de la moda stevensoniana. Anotó especialmente que cierta frase usada por Stevenson al hablar de sus primeras tentativas literarias según la cual «played the sedulous ape» (imitó asiduamente), a Hazlitt o a Lamb, debería guardarse compuesta en las imprentas de los periódicos; tan frecuentemente la citan los periodistas. Hay mil cosas en Stevenson más dignas de ser citadas y mucho más intructivas de veras acerca de su formación literaria. Todo joven escritor, por original que sea, empieza por imitar a otros, consciente o inconscientemente y casi ningún escritor viejo tendrá reparo en confesarlo. La verdadera ironía del incidente no parece haber sido notada por nadie. La verdadera razón por la cual esta confesión de plagio entre un centenar de confesiones así, se cita siempre, es porque la confesión en sí tiene el sello, no del plagio, sino de originalidad personal, en el mismo acto de decir que ha copiado otros estilos. Stevenson escribe de la manera más inconfundible en su propio estilo. Me parece que habría podido adivinar, entre un centenar de autores quién había usado la expresión «played the sedulous ape». No pienso que Hazlitt hubiera añadido la palabra «sedulous».



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