Si puede no vaya al médico by Antonio Sitges-Serra

autor:Antonio Sitges-Serra
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788418006203
editor: LIBRANDA RANDOM
publicado: 2020-02-03T16:00:00+00:00

LOS POLIÉDRICOS CONFLICTOS DE INTERESES

Como termitas febriles, los conflictos de intereses (CI) han erosionado los cimientos, otrora sólidos, de la medicina académica. Tomemos un ejemplo al azar. La obesidad es una de las endemias más dañinas a las que se enfrenta la medicina actual. Excepciones aparte debidas a enfermedades raras, la obesidad tiene un origen cultural o psiquicocultural. Una de las numerosas preguntas que se han hecho los epidemiólogos que han estudiado este fenómeno es hasta qué punto las bebidas azucaradas contribuyen al incremento exponencial de la obesidad. Pues bien, una indagación de la Universidad de Navarra de los artículos escritos acerca de la relación entre obesidad y este tipo de bebidas reveló que, de las doce revisiones de la literatura publicadas sobre el tema en las que los autores no declaraban CI con la industria implicada, diez (el 83 por ciento) fueron favorables a la hipótesis de que las bebidas azucaradas engordan. En cambio, cuando se analizaron las seis revisiones publicadas por autores que mantenían vínculos económicos con la industria, cinco concluían que las evidencias eran insuficientes para establecer una relación entre ambas. ¡Y todos los autores trabajaban sobre la misma «materia prima»! En la jerga editorial es lo que se conoce como «sesgo de publicación por conflicto de intereses».

Los CI son la causa de uno de los más serios reproches que cabe hacerle a la investigación biomédica contemporánea. Ofrecen múltiples facetas, algunas ligadas a la vinculación de los académicos con la industria y otras, no menores, relacionadas con la promoción personal. Ambas se retroalimentan; de hecho, en Estados Unidos el 60 por ciento de los jefes de departamento de hospitales universitarios se benefician económicamente de sus relaciones con la industria, y la facilidad con que se asciende en la jerarquía académica tiene que ver con la capacidad de obtener fondos de investigación de la industria.

La cuestión viene de lejos. En el caso de la oncología disponemos de datos ofrecidos por la Sociedad Estadounidense de Oncología Clínica (ASCO, por sus siglas en inglés). En sus congresos de 2004 y 2005, una cuarta parte de los trabajos presentados lo fueron por grupos en los que al menos uno de los firmantes tenía algún CI. No obstante, el dato más relevante es que la proporción de comunicaciones afectadas por CI se reduce a medida que la sesión a la que se adscriben ofrece menos interés, hecho que muestra la influencia de la industria en la elaboración de los programas. Una ojeada en la red a los trabajos presentados en ASCO en 2010 (cinco años después), revela que el número de comunicaciones afectadas por CI se había duplicado o triplicado. Dado el volumen del gasto farmacéutico que manejan y los recursos que aportan a las instituciones debido a sus vínculos con una industria agresiva, los oncólogos y los investigadores del cáncer conforman uno de los lobbies sanitarios más influyentes en los hospitales, los medios de comunicación y la política de subvenciones.

Evidentemente, ninguna especialidad queda al margen de los CI. En una investigación

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