Sexy de la Muerte by Kathy Lette

Sexy de la Muerte by Kathy Lette

autor:Kathy Lette
La lengua: spa
Format: epub
Tags: GusiX
editor: Alianza Editorial
publicado: 2002-12-31T16:00:00+00:00


Diferencias entre sexos: Cómo impresionar

Cómo impresionar a una mujer: ternura, cuidados, conversación, devoción, confianza, sinceridad, unión.

Cómo impresionar a un hombre:

a) Aparecer desnuda.

b) Traer a una supermodelo con articulaciones muy flexibles, que posea una fábrica de cerveza y tenga una hermana gemela de mente abierta.

c) Pelear en barro.

12

Declaración de guerra

Shelly no estaba segura de qué pinta tenía vestida como una esclava del amor con medias de rejilla, corpiño de cuero y tanga de piel de cebra, pero estaba bastante segura de que no era seguro y predecible.

Si Kit se quedó asombrado con la transformación de Shelly en diosa sexual, desde luego no lo demostró. El hombre ni siquiera pestañeó cuando la avistó en la hamaca de la cabaña que estaba junto a la piscina, enredada con el animador. Para desilusión de Shelly, Kit no dijo nada, sólo ladeó la cabeza, como si estuviera escuchando el rock and roll que se filtraba desde el baile de disfraces que había dentro de La Caravelle. La música había estado tan alta que había hecho que los órganos vitales de Shelly dieran volteretas laterales (uno siempre debería sospechar de música que suena mejor estando borracho que sobrio). Pero aquí, en la cabaña, la cacofonía de gente vestida de Teletubbies y de Tina Turner cantando Love Me Do y haciendo el baile del «nadador» y del «autoestopista» de formas estúpidas y satíricas había quedado ahogada afortunadamente por el ruido de la tormenta tropical.

—¿Te das cuenta de que Dominic te está usando para que su repugnante jeta salga por televisión? —gritó Kit por fin. Las antorchas llameantes alrededor de la cabaña chisporrotearon en el viento violento, como si mostraran indignación en nombre de Shelly.

Dominic ensanchó sus fosas nasales.

—Pardon, monsieur. El ensayista Montaigne deskguibe meh'og nuestga amistad. «Pogque yo ega yo y ella ega ella.» Y ahoga, como sello de autenticidad, debo dagte lo que el poeta inglés Keats llama «delicias gguesbaladisas», —dijo, rozando con una ligereza nunca vista los labios de Shelly. Shelly tembló de inmediato, con lo cual Dominic se despojó de su chaqueta de cuero y se la puso a Shelly por encima.

—¿Ves? —Shelly se acurrucó en la chaqueta—. Esto es lo que hacen los amantes. Te dan sus abrigos cuando tienes frío —sermoneó a Kit conforme éste se aproximaba—. Citan poesía. Te cortejan. Son amables y encantadores y atentos e intelectuales. Lo contrario a ti. Tú, Kinkade, no eres más que un animal.

—Hey, el reino animal es una mejora respecto reino vegetal —dijo Kit, con la mirada fija puesta liberadamente sobre el animador—. Escucha, esclava del amor… —metió la mano por debajo de la chaqueta y cogió a Shelly por el tanga— necesito hablar contigo, en privado.

—¿:Necesitas? Bueno, yo también necesito cosas. Que se están satisfaciendo por primera vez desde el maldito día en que me casé. —Le dio la espalda a Kit y se acurrucó en Dominic.

—Bueno, gracias a Dios he llegado a tiempo para salvarte de que tu aparato reproductor pille un repertorio de organismos bacteriológicos horribles. —Kit giró a Shelly para que le mirara a la cara… y no precisamente con delicadeza—.



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