Prohibir la manzana y encontrar la serpiente by Leyre Khyal & Un Tío Blanco Hetero

Prohibir la manzana y encontrar la serpiente by Leyre Khyal & Un Tío Blanco Hetero

autor:Leyre Khyal & Un Tío Blanco Hetero [Khyal, Leyre & Un Tío Blanco Hetero]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Ciencias sociales, Sexualidad
editor: ePubLibre
publicado: 2019-05-18T16:00:00+00:00


Esto por no mencionar los cuantiosos réditos económicos por salir a denunciar al acusado en cuestión. Más allá de todo el odio que haya podido recibir esta señora (que habrá sido mucho), montó una campaña de crowfounding en GoFundMe en la que llegó a recaudar más de 600 000 dólares[89]. Pero, dejando eso a un lado, el testimonio de esta denunciante no cumple ninguno de los tres requisitos necesarios para desplazar la carga de la prueba sobre el acusado. En ningún caso. Un testigo fiable debería reunir los tres, esta no cumple ninguno.

Pongamos por caso que mañana Podemos gana las elecciones y unos días después, antes de que Pablo Iglesias sea investido presidente del Gobierno, aparecen dos señoras afiliadas al Partido Popular acusándole de haber sido acosadas sexualmente por él en una fiesta de instituto hace veinticinco años. Todo sin aportar más pruebas que su propio testimonio. Sería ridículo, ¿verdad? A nadie se le ocurriría instrumentalizar eso de una forma política y apostarlo todo a esa carta.

Pues los demócratas y los medios de comunicación incansables, aprovechando el tirón #MeToo, participaron de forma activa del peor travestismo del movimiento desde que empezase a finales de 2017. A modo de guinda, quizá por el evidente provecho económico de hacerlo, a Kavanaugh le salieron otras denunciantes. Deborah Ramirez[90], con la que coincidió en Yale y a quien, al parecer, le mostró el miembro viril durante una fiesta entre 1983 y 1984.Y una mujer llamada Julie Swetnick[91], que le acusaba de practicar violaciones en grupo hasta arriba de drogas en sus años de estudiante. Por supuesto ninguna de las dos aportó pruebas. Ni falta que hacía.

Desataron una caza de brujas sobre el candidato de Trump al Supremo, en la que se buscaba el exterminio profesional y civil del juez en cuestión, sin ningún miramiento, montado todo sobre unos supuestos eventos sucedidos hace casi cuarenta años sin más prueba que la acusación de parte, copando el caso toda la agenda informativa de Estados Unidos y de parte del mundo.

Es simplemente inverosímil. No hay palabras en el diccionario para describir un atropello semejante en un Estado de Derecho.

En el caso Kavanaugh los medios de comunicación se lucieron. En el The Guardian de Londres escribían lo siguiente: «Los violadores no han lugar en el Supremo. La denunciante de Kavanaugh debe ser escuchada[92]». Un titular nada tendencioso de una noticia que luego decía de la siguiente forma: «La historia de Blasey Ford, de ser cierta, le haría [a Kavanaugh] totalmente incapaz de ejercer. Por eso se debe escuchar, y porque los senadores que creen que es creíble tendrán la obligación de votar en contra de Kavanaugh. Esto es más parecido a una entrevista de trabajo importante que a un caso criminal. El testimonio de Blasey Ford no tiene por qué demostrar que Kavanaugh es culpable más allá de una duda razonable; solo tiene que ser lo suficientemente creíble y convincente para influir en los legisladores».

El fin que justifica los medios. Cómo eliminar a un rival de la vida



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