Perdida by Gillian Flynn

Perdida by Gillian Flynn

autor:Gillian Flynn [Flynn, Gillian]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2012-01-01T05:00:00+00:00


AMY ELLIOTT DUNNE

26 de junio de 2012

FRAGMENTO DE DIARIO

Nunca me había sentido tan viva. Hace un día luminoso y despejado, los pájaros están como locos con el calor, afuera el río pasa borboteando y yo me siento completamente viva. Asustada, emocionada, pero viva.

Esta mañana, cuando me desperté, Nick se había marchado. Me senté sobre la cama mirando al techo, viendo cómo el sol lo iba tiñendo de oro centímetro a centímetro mientras los azulejos cantaban justo frente a nuestra ventana y quise vomitar. Mi garganta se expandía y contraía como un corazón. Me dije que no vomitaría, después fui corriendo al baño y vomité: bilis, agua caliente y un pequeño guisante saltarín. Mientras mi estómago se contraía, mis ojos se anegaban en lágrimas y yo jadeaba intentando recuperar el aliento, empecé a hacer los únicos cálculos que puede hacer una mujer acurrucada sobre la taza del inodoro. Tomo la píldora, pero también se me olvida de vez en cuando; qué más dará, tengo treinta y ocho años, llevo tomándola casi dos décadas. No voy a quedarme embarazada por accidente.

Encontré los tests tras una cristalera cerrada con llave. Tuve que salir en busca de una mujer agobiada y bigotuda para que me la abriera y señalarle cuál quería mientras ella esperaba impacientemente. Me lo tendió con una mirada clínica y dijo: «Buena suerte».

Yo no sabía qué era lo que debía considerar buena suerte, si el signo de suma o el de resta. Conduje de regreso a casa y leí las instrucciones tres veces, sostuve el artilugio en el ángulo adecuado durante el número de segundos adecuados, lo dejé sobre el reborde del lavabo y después me alejé corriendo como si fuese una bomba. Tres minutos. Encendí la radio y por supuesto era una canción de Tom Petty —¿alguna vez has encendido la radio sin que sonase una canción de Tom Petty?—, así que canté hasta el último verso de «American Girl» y después volví sigilosamente al cuarto de baño, como si quisiera tomar por sorpresa al test, con el corazón latiéndome de manera más frenética de lo que debería, y estaba embarazada.

De repente me vi atravesando a la carrera el jardín iluminado por el verano y recorriendo la calle y llamando a la puerta de Noelle, y cuando esta abrió me eché a llorar y le mostré el test y grité: «¡Estoy embarazada!».

Y entonces, alguien aparte de mí lo supo y me entró el pánico.

Cuando regresé a casa, tuve dos pensamientos.

Uno: La semana que viene es nuestro aniversario. Utilizaré las pistas como cartas de amor, las cuales conducirán a Nick hasta una hermosa cuna de madera, una antigüedad. Le convenceré de que debemos estar juntos. Como familia.

Dos: Ojalá hubiera podido hacerme con esa pistola.

Ahora siento temor, en ocasiones, cuando mi esposo llega a casa. Hace un par de semanas, Nick me pidió que saliera con él en el bote, a flotar mecidos por la corriente bajo un cielo azul. Debo decir que rodeé con ambas manos el poste de la escalera cuando me lo dijo, me aferré.



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