Hombres buenos by Arturo Pérez-Reverte

Hombres buenos by Arturo Pérez-Reverte

autor:Arturo Pérez-Reverte [Pérez-Reverte, Arturo]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2015-03-12T04:00:00+00:00


No es mediante hipótesis vagas y arbitrarias como conoceremos la naturaleza, sino por el estudio reflexivo de los fenómenos, por la comparación de unos y otros, por el arte de reducir, tanto como sea posible, un gran número de fenómenos a uno solo que pueda ser visto como principio general…

No pudo seguir. Se le quebró la voz, miró a don Pedro, y éste comprobó que tenía los ojos enrojecidos, húmedos de felicidad.

—Aquí está, señor almirante…

—Sí —apoyó éste, sonriendo, una mano en el hombro de su amigo—. Aquí está, por fin.

Dancenis los observaba con curiosidad.

—Incluso en Francia —comentó—, hay quien todavía mira esta obra como una indigesta compilación salpicada de paradojas y errores; pero otros la ven, o la vemos, como un riquísimo tesoro.

Asintió el almirante.

—Ésa es también la opinión de la Academia Española. Por eso estamos en París.

—Ah, claro. He oído a ese Bringas que buscan hacerse con una Encyclopédie.

—Así es. En su primera edición, como ésta.

—La primera es difícil de encontrar. Demasiadas reediciones y copias, me temo… —Dancenis reflexionó un instante, miró alrededor y se encogió de hombros, afable—. Lamentablemente, no puedo desprenderme de la mía. Quizá monsieur Bertenval, con sus contactos, les consiga una. Puedo darles la dirección de algunos libreros de mi confianza; pero una primera edición completa…

Se calló un rato para permitir a los académicos hojear algunos volúmenes de la obra, de la que admiraron especialmente los grabados de los suplementos.

—Me gustaría conocer su Academia, en Madrid —dijo al fin, melancólico.

—Cuando guste, señor, será bien recibido allí —se ofreció don Hermógenes—. Pero tememos decepcionarlo. Es una sede modesta, con pocos recursos.

Dancenis hizo gesto de fruncir los labios, muy a la francesa.

—No creo que eso ocurra nunca. Me refiero a viajar… Me da pereza. Yo viajo a través de estos libros, y eso me basta.

Los ayudó a devolver los volúmenes de la Encyclopédie a su lugar.

—Modesta o no —añadió—, creo que la suya en Madrid es una institución seria, que ha publicado diccionarios, ortografías y gramáticas de fácil manejo… Muy distinta, me parece, a la de aquí. Desde que la fundó Richelieu, nuestra Academia se ha convertido en una encrucijada de ambiciones, favores y vanidades… Los académicos franceses se llaman a sí mismos inmortales, y con eso está dicho todo.

—Pues los señores Bertenval y Buffon son de trato agradable —opinó don Hermógenes.

—Sí. Con D’Alembert y alguno más, de los pocos tratables. Y por otra parte, Margot sabe suavizarlos bastante… Nadie como ella para armonizar lo ácido con lo dulce, lo frívolo con lo grave.

—Una mujer admirable —apuntó el almirante.

—Sí —Dancenis se quedó un instante pensativo—. Lo es.

Iban ya a retirarse cuando don Hermógenes descubrió un libro de Bertenval —De l’état de la philosophie en Europe— y se detuvo a hojearlo. Quizá debido a su imperfecto francés, el arranque le pareció algo pretencioso.

—El de los académicos en Francia es una especie de despotismo de las letras, que abre y cierra la puerta de sus favores —dijo Dancenis, como si adivinara su pensamiento—. Poco es lo que el pueblo llano se beneficia de sus trabajos.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.