Nunca serás agua by Patricia A. Miller

Nunca serás agua by Patricia A. Miller

autor:Patricia A. Miller [Patricia A. Miller]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántica
publicado: 0101-01-01T00:00:00+00:00


CAPÍTULO 17

Por primera vez desde que empezó a utilizar las instalaciones acuáticas, se había bañado sin la grúa, con la libertad de poder mover las piernas a su antojo, de notar el agua envolver todo su cuerpo. El agua era su elemento, ¡yo soy el agua!, había pensado, y luego se había reído de sí misma. Le hubiera gustado nadar y chapotear como una niña, hacer unos largos, como cuando acudía a la piscina del centro deportivo de los bomberos en Chicago, pero ya habría tiempo para eso. El simple hecho de haberse sentido libre la había dejado más cansada de lo normal, pero feliz. Muy feliz.

—¿Puedes pedirme un taxi? —preguntó Megan al chico de recepción.

Ni siquiera se había duchado, no tenía ropa para cambiarse. La concesión de Nick había sido toda una sorpresa y debía dar gracias a que su bikini deportivo estaba en la taquilla del vestuario.

—Nada de taxis —dijo Nick a su espalda. Saludó al chico que había tras el mostrador y se detuvo frente a ella con una sonrisa luminosa—. Yo te llevo.

Vestía bermudas vaqueras y una camiseta de los Ramones que había visto mejores tiempos. Se había mojado el pelo y algunas gotas de agua le salpicaban el cuello. Se colocó las gafas de sol que llevaba en la mano y paró el corazón de cuantas mujeres lo miraban en ese momento. Debería estar prohibido ser tan atractivo, pensó Megan al tragar saliva.

—Creí que tenías trabajo para aburrir.

—Y lo tengo. ¿Prefieres que me quede? —preguntó desanimado. Megan negó decidida—. Le he dicho a Peter que necesitabas transporte de vuelta y estaba tan satisfecho de que Anne haya decidido empezar la rehabilitación con nosotros que ha sugerido que te lleve yo. No podía negarme, desde luego.

—Desde luego.

Megan soltó una risilla y lo siguió en dirección al aparcamiento de empleados. Estaba animada, la pierna no le dolía apenas, el buen humor de Nick era contagioso y adoraba el coche que la iba a llevar a casa.

—Este Chevrolet Camaro es una maravilla. Austin tenía un póster en su cuarto y le daba besos por las noches. Creo que aún sigue en casa de mis padres. —Deslizó la mano por el salpicadero en una exquisita caricia mientras Nick acomodaba las muletas en el asiento de atrás—. Es precioso.

Tú también, pensó Nick, que solo tenía ojos para ella. Sí, estaba jodido, ya lo había asumido. Después de aquella referencia a su nariz se había encerrado en el baño para mojarse la cara y refrescar el cuerpo. Y sí, se había repetido por activa y por pasiva que el tonteo debía acabar, que no era buena idea seguirle el rollo a Megan cuando se ponía tan juguetona como aquella mañana, pero era imposible sacársela de la cabeza.

Cuando llamó a Percy para comentar el progreso con Anne, hasta su amigo le aconsejó que se lanzara a la piscina.

—Si lo único que necesitas es terminar lo que empezaste, hazlo. Deja las cosas claras desde el principio para que no haya malentendidos y llévala a un lugar bonito.



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