Mortal by Ted Dekker & Tosca Lee

Mortal by Ted Dekker & Tosca Lee

autor:Ted Dekker & Tosca Lee [Dekker, Ted & Lee, Tosca]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Ciencia ficción
editor: ePubLibre
publicado: 2011-12-31T16:00:00+00:00


Capítulo veinticuatro

POR EL LEVE PERO inmediato tic debajo de los ojos de Saric, Roland supo que había tocado una fibra sensible al ofrecer a Jonathan. Impondría su ventaja mientras aun la tuviera.

—Y no es lo que crees —expresó.

—Presumes saber lo que creo —dijo Saric.

—Crees que soy alguien que te engañaría como he hecho con otros. Yo supondría lo mismo en tu posición.

El hombre era una columna en negro, erguido en la silla, dedos como garras y brazos muy sobresalientes debajo de las mangas de la túnica. Un tipo poderoso, no un charlatán ni un tonto.

Un hombre de destino como él mismo.

A pesar del tic, escuchó en silencio… una señal de seguridad y resolución.

—Lo que tengo que decir querrás oírlo —aseveró Roland—. Lo único que pido es que lo oigas a solas.

Aún ninguna reacción. Solamente la siniestra mirada, como la de un buitre sobre un trozo fresco de carroña. Esto no se estaba convirtiendo en la clase de confrontación que el nómada había esperado.

—Tengo hombres en los árboles por encima de nosotros. Si quisiera atacarte, lo habría hecho sin exponerme primero. No quiero derramamiento de sangre. Solo deseo paz. Pero por eso debo hablarte a solas.

—¿Quién eres tú para hablarme a solas?

—Roland Akara. Príncipe de los nómadas.

—¿Ves al hombre a mi izquierda? —preguntó Saric, sin parecer afectado por el nombre—. Se llama Brack. Entre él y yo, soy el ser más bondadoso. Te compadezco si me llegara a pasar algo.

Roland lanzó al hombre un brusco asentimiento de cabeza.

—¿Ves a esa mujer detrás de mí? Se llama Michael. Es una de las mil como ella. Te compadezco si alguna de ellas guía a nuestro pueblo en una misión para atacar sin ser vistas, como serpientes cuando menos lo esperas.

Saric asintió lentamente.

—Brack, sígueme.

Saric dio un tirón a las riendas y guió su montura al frente, hacia la tierra yerma que se levantaba al oeste, lejos de los árboles. Brack permaneció detrás, con la mirada fija en Roland, quien hizo girar el corcel y cabalgó paralelo a los dos hombres hasta que Saric se detuvo y lo encaró, a cincuenta pasos de los demás. Michael mantuvo su posición, junto con todo el ejército de sangrenegras. La brisa había menguado… sin duda, no estaban sofocados ni sudando en sus armaduras; sin embargo, el granito negro se habría movido más.

—Ya tienes tu audiencia —anunció Saric—. Habla.

—Conoces bien a los nómadas.

Saric no respondió.

—Por generaciones nos hemos opuesto al Orden. Nuestra crianza es muy fuerte y nuestro propósito es sencillo. Queremos sobrevivir fuera de esta religión que con mentiras mantiene cautivos a los muertos. Deseamos una cosa: libertad. Y la queremos sin ningún daño a otros.

—¿Qué tiene que ver esto con Jonathan?

—No tenemos ambición de poder. Nuestra alianza con Jonathan se hizo solamente en servicio a un soberano que prometió develar la verdad una vez en el cargo. Eso significaría que nosotros como pueblo ya no tendríamos que vivir fuera del Orden. Pretendíamos vivir en paz. Pero eso ha cambiado. Tú lo cambiaste todo. Feyn es soberana, y por tanto Jonathan no puede ocupar el cargo.



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