Cain by Jose Saramago

Cain by Jose Saramago

autor:Jose Saramago
La lengua: spa
Format: epub
editor: Penguin Random House Grupo Editorial Espanya
publicado: 2010-05-16T16:00:00+00:00


8

En un instante, aquel mismo caín que estuvo en sodoma y había regresado a los caminos se encontró en el desierto del sinaí, donde, con gran sorpresa, se vio en medio de una gran multitud de personas acampadas en la falda de un monte. No sabía quiénes eran, ni de dónde venían, ni hacia dónde iban. Si le preguntase a alguna persona de las que estaban por allí cerca se denunciaría enseguida como extranjero y eso sólo podría traerle complicaciones y problemas. Estando, como se ve, prudentemente de pie atrás, decidió que esta vez no se llamaría ni caín ni abel, no vaya a ocurrir que el diablo cargue las armas y traiga hasta aquí a alguien que haya oído hablar de la historia de los dos hermanos y comience con las preguntas embarazosas. Lo mejor sería mantener bien abiertos los ojos y los oídos y sacar conclusiones por uno mismo. De una cosa estaba seguro, el nombre de un tal moisés andaba en boca de toda la gente, unos con antigua veneración, con cierta reciente impaciencia la mayoría. Y eran éstos los que preguntaban, Dónde está moisés, hace cuarenta días y cuarenta noches que se fue al monte a hablar con el señor y hasta ahora ni buenas ni nuevas, está claro que el señor nos ha abandonado, no quiere saber nada más de su pueblo. El camino del equívoco nace estrecho, pero siempre encuentra quien esté dispuesto a ensancharlo, digamos que el equívoco, repitiendo el dicho popular, es como el comer y el rascar, la cuestión es empezar. Entre la gente que esperaba el regreso de moisés del monte sinaí se encontraba un hermano suyo que se llamaba aarón, al que, cuando todavía estaban en el tiempo de la esclavitud de los israelitas en egipto, nombraron sumo sacerdote. Hasta él se dirigieron los impacientes, Anda, haznos un dios que nos guíe, porque no sabemos lo que le ha sucedido a moisés, y entonces aarón, que, por lo visto, además de no ser un modelo de firmeza de carácter, era bastante asustadizo, en lugar de negarse rotundamente, dijo, Si así lo queréis, quitad las argollas de oro de las orejas de vuestras mujeres y de vuestros hijos e hijas y traédmelas aquí. Ellos así lo hicieron. Después aarón echó el oro en un molde, lo fundió y de él salió un becerro de oro. Satisfecho, al parecer, con su obra, y sin darse cuenta de la grave incompatibilidad que estaba a punto de crear sobre el objeto de las futuras adoraciones, si el señor puramente dicho, o un becerro haciendo de dios, anunció, Mañana habrá fiesta en honor del señor. Todo esto fue oído por caín, que, reuniendo palabras sueltas, fragmentos de diálogos, esbozos de opiniones, comenzó a formarse una idea no sólo de lo que estaba pasando en aquel momento sino de sus antecedentes. Lo ayudaron mucho las conversaciones escuchadas en una tienda colectiva donde dormían los solteros, los que no tenían familia. Caín dijo que se llamaba



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