La esperanza del Tibet by José Vicente Alfaro

La esperanza del Tibet by José Vicente Alfaro

autor:José Vicente Alfaro [Alfaro, José Vicente]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2013-01-01T00:00:00+00:00


El contenido del mensaje resultaba tan críptico como cabía esperar, pero la ambigüedad, la imprecisión y el doble sentido de las palabras constituían la nota habitual en aquel tipo de escritos de tan singulares características. Ahora les tocaba a ellos escrutar cada frase, interpretar la literalidad de las palabras y saber leer entre líneas.

Los dos primeros versos dejaban muy a las claras que señalaban a la región de Kham. Dicha región estaba situada en el Tíbet oriental y por sus tierras discurrían algunos de los ríos más importantes de Asia. Hasta ahí no había dudas y todos los consultados mostraron su conformidad. Sin embargo, Kham abarcaba una vastísima extensión de terreno, de manera que se antojaba crucial delimitar aún más el área de búsqueda. La respuesta debía proporcionarla el tercer verso, pero en ese punto se habían topado con un problema que les tenía desconcertados, pues tras haber consultado a los sabios más eminentes, todos les habían manifestado que no existía en Kham —ni en todo el Tíbet— un valle bautizado con ese nombre. Y por lo que al resto de versos se refería, todos coincidían en que no cobrarían sentido hasta no haber esclarecido el anterior.

No obstante, los expertos admitieron la posibilidad de que existiese en alguna parte un valle tan pequeño que careciese de denominación, y al que quizás los lugareños de la zona se refiriesen al mismo, popularmente, con el apelativo de la carta. Con todo, encontrarlo no les iba a resultar tarea fácil.

—Tendríamos que desplazarnos a Kham e indagar nosotros mismos sobre el terreno —sugirió Kyentse.

—Ni hablar —replicó Tsultrim—. No conocemos la región y acabaríamos siendo un lastre para nuestros propios intereses. Deberíamos encargarle esta misión a alguien de nuestra confianza, y al que toda aquella zona le resulte familiar.

El rostro de Kyentse se iluminó pasados tan solo unos instantes.

—¡Ya tengo a nuestro hombre! —anunció—. El lama Lobsang Geshe, un querido y viejo compañero.

El abad apenas se demoró un segundo en considerar su propuesta.

—¡Por supuesto! —admitió Tsultrim—. Su formación es excelente, por no hablar de su determinación y meticulosidad. ¿Cuánto hace ya que dejó Tsurpu?

—Diez años. Los mismos que lleva dirigiendo el monasterio de Batang. Aunque me consta que se pasa la mayor parte del tiempo en los caminos, predicando las enseñanzas de Buda por cuantos pueblos y aldeas se va encontrando a su paso. Si no conoce el Valle del Loto, no me cabe la menor duda de que lo encontrará.

—No se hable más —zanjó Tsultrim—. ¿Le enviamos una misiva con los detalles de la misión?

—No. Le haremos llamar —determinó Kyentse—. La importancia del cometido merece que se lo expliquemos en persona. Además, deseo que él mismo lea la carta original del Karmapa, palpe su ghau y se pasee por sus aposentos hasta que se empape por completo de su energía y de su recuerdo.

La decisión estaba tomada. Aquel mismo día, un mensajero partió hacia Batang con un recado urgente para el lama Lobsang Geshe.



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