La casa de Foster Hill by Jaime Jo Wright

La casa de Foster Hill by Jaime Jo Wright

autor:Jaime Jo Wright [Wright, Jaime Jo]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Suspense
editor: Libros de Seda, S.L.
publicado: 2020-05-14T22:00:00+00:00


Capítulo 24

Kaine

Kaine metió la palanca bajo otro tablón y empujó con la fuerza que la rabia, la decepción y el sentido de culpa le daban. Joy y Megan se habían marchado poco después de que la detective Hanson la llamase, mirándola preocupadas al ver que ella se quedaba en silencio, algo que no era habitual. Grant estaba detrás, pero ni siquiera estaba segura de por dónde empezar para contarle que la llamada que había recibido había sido para decirle que la investigación realizada había sido una chapuza policial. Una parte de ella quería dar gracias porque el caso se hubiese reabierto al fin, y otra, por el contrario, quería tirar la palanca por la ventana y gritar de ira. Tras unos momentos tensos mirando a Kaine arrancar tablones del suelo, Grant se excusó para sacar a Olive a dar un paseo en la oscuridad. Estaba claro que no tenía intención de dejarla sola en la casa. Se ocuparía de que volviese al motel o de que se quedara a dormir otra vez en el sofá de su casa.

A decir verdad, Kaine prefería lo último, aunque quedarse a dormir en el sofá de casa de Grant le traería más problemas. Cuando se le pasara la rabia, sabía de sobra que se quedaría deshecha, y cuando estaba así buscaba afecto. Esa necesidad ya había hecho que acabara teniendo problemas en otras ocasiones. Antes de Danny y antes de ser capaz de hacer una vida independiente.

Mientras trataba de quitarse de encima una contractura, las bombillas parpadearon. No había duda de que la instalación eléctrica no estaba bien, otra cosa más que tendría que actualizar. Ni siquiera le gustaba la lámpara, pero la había comprado en Walmart por poco dinero y servía a su propósito, junto a las luces de trabajo que Grant había comprado e instalado. Estaba sola y no había nada más que hacer aparte de quitarse de encima la frustración que sentía por lo de Danny. Arrancar los tablones del suelo era tan efectivo para conservar la casa de Foster Hill como lo eran las preguntas de la detective Hanson para resolver la muerte de su marido. Todo en su vida era como una tirita. Tapaba las heridas y hacía que dejaran de sangrar, pero no hacía demasiado para curarlas. Ni siquiera las viejas heridas de las que nadie sabía nada.

El tablón se arrancó del suelo con un crujido y levantando una nube de polvo que le llegó hasta la nariz. Kaine enterró la cara en el codo y estornudó.

—Maldita sea. —Dejó caer la palanca al suelo y se acercó a la caja donde estaban las mascarillas de protección. La abrió y tomó una de ellas. La mascarilla blanca se rasgó por la fuerza que hizo al tirar de ella—. ¡Brrr...! —La dejó a un lado y tiró de otra. Esta vez, el cordón de goma que servía para ajustarla alrededor de la cabeza saltó de un lado—. ¡No puede ser! —gruñó en la habitación vacía. Tiró al suelo la segunda mascarilla, que fue a parar junto a la anterior.



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