Mooch by Dan Fante

Mooch by Dan Fante

autor:Dan Fante [Fante, Dan]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 1999-12-31T16:00:00+00:00


Era una carta absurda e infantil. La hice pedazos y la tiré. Para evitar volverme loco, decidí salir y fotocopiar mi cuento. No me importaba que me detuvieran y me encerraran por conducir ebrio. Deseaba que me arrestaran, me lo merecía. Ahora estaba solo y la mujer que me importaba ya no volvería a formar parte de mi vida. Como un desquiciado, imitando la manera de conducir de Jimmi, fui en mi coche hasta una casa de fotocopias, hice las reproducciones y después me acerqué a la oficina de correos de Venice, saltándome semáforos en rojo y chillando a otros conductores por el camino.

Compré sellos y envié copias de Compatibilidad a siete revistas de alta categoría que aparecían en una lista de Mercado de Escritores.

De regreso, conduje con más cautela. ¿Qué pasaría si una editorial aceptaba mi cuento pero yo estaba encarcelado, condenado a dieciocho meses por conducir ebrio por segunda vez? No podría acceder a mi casilla de correo y por tanto no me enteraría de la carta de aceptación. Sería un escritor de cuentos pudriéndose en la prisión Wayside Honor. También había pasado más de una hora y necesitaba un trago con urgencia.

De nuevo solo en el hotel seguí bebiendo hasta matar la botella de litro que tenía en la mesilla de noche. Después bebí parte de otra nueva.

Se acercaba el momento de la locura. Durante horas lo único que ocupaba mi mente sobria era la furia. Estaba a la espera de algo, pero no sabía qué. No era Jimmi; ella estaba muerta, se había marchado para siempre. Lo que ahora me ahogaba era el miedo a lo desconocido.

Finalmente encontré una solución —una distracción más bien—, al recordar un centro recreativo de porno a unos dos kilómetros del aeropuerto, sobre Century Boulevard. Eran solo quince minutos en coche. Estaba vestido y abriendo la puerta para marcharme, cuando noté los tres papelillos rosados que había dejado el encargado. Eran recados telefónicos, todos de Cynthia. Entonces comprendí lo que me ocurría: había pecado contra el recuerdo de la mujer que amaba. Cynthia me había contagiado su maldición de tristeza, de melancolía apabullante, me había contagiado esta muerte en vida.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.