MEDICALIZAR LA MENTE by Richard P. Bentall

autor:Richard P. Bentall
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Filosofía
editor: HERDER
publicado: 2012-08-25T16:00:00+00:00

7. Cerebro, mente y psicosis: el mito según el cual las enfermedades mentales son enfermedades del cerebro

Cerebro: Órgano con el que pensamos que pensamos.

Ambrose Bierce, El diccionario del diablo

Aparte de recluir a Paul o seguirle las 24 horas del día, poca cosa podíamos haber hecho para evitar que se suicidase. Después de que lo hiciera, todos los implicados en su atención –el psiquiatra, el psicólogo clínico, la enfermera psiquiátrica comunitaria y el trabajador social– nos reunimos en una lúgubre oficina para realizar la evaluación oficial de lo sucedido. Mientras examinábamos nuestras notas, expresamos nuestro sentimiento colectivo de impotencia. A posteriori, su muerte parecía tan inevitable como el choque entre un superpetrolero sin timón y unas rocas lejanas.

Conocí a Paul en el invierno de 1998. Se trataba de un hombre de mediana edad, de pelo canoso y obeso, pero pulcramente vestido. Llevaba muchos años siendo atendido por los servicios psiquiátricos, tiempo durante el cual había recibido varios diagnósticos. Tras su ingreso en el hospital un par de años antes de que le viera yo, su psiquiatra había decidido que padecía «esquizofrenia paranoide». Parecía que su principal problema era que tenía delusiones, creencias irracionales resistentes a las pruebas o la razón.

Paul era callado y tenía dificultades para expresar sus sentimientos, así que había que hacer grandes esfuerzos a fin de conseguir que hablase de sus problemas. Sin embargo, aquel comportamiento suyo intimidado dejaba claro que se sentía deprimido y muy amenazado. Se pasó la mayor parte de nuestra primera sesión juntos mirando fijamente el suelo, y solo en algún momento se atrevió a levantar la vista para mirarme. Aunque en su momento creyó que se trataba de una conspiración de masones que intentaban asesinarle, tras su tratamiento en el hospital esa creencia se había ido desvaneciendo hasta quedarse en la mera sospecha de que los demás –casi todos con los que se cruzaba en la calle– le tenían animadversión. Al no temer ya por su vida, su principal preocupación parecía ser que su esposa le era infiel y que en breve se iría de casa. Esta convicción no parecía basarse en ninguna prueba existente, y era resistente a las líneas de ataque más lógicas, como por ejemplo, pedirle que escribiera una lista de pruebas que la respaldaran (su mujer a veces no contestaba el teléfono móvil cuando se suponía que estaba en el trabajo) o que parecieran refutarla (seguían teniendo una vida sexual razonablemente buena).

Existe literatura psiquiátrica sobre los celos delirantes que se remonta hasta al menos un siglo. Mi propia lectura de dichos textos indicaba que puede ser difícil distinguir entre los celos patológicos y aquellos que se fundan más en la realidad. Aunque el manual diagnóstico de la Asociación Americana de Psiquiatría dice que una idea delirante es una creencia personal falsa, «basada en una inferencia incorrecta relativa a la realidad externa que es firmemente sostenida, a pesar de lo que casi todo el mundo cree y a pesar de cuanto constituye una prueba o evidencia incontrovertible y obvia de

descargar

Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.