Marx, Engels y la Revolución de 1848 by Fernando Claudín

Marx, Engels y la Revolución de 1848 by Fernando Claudín

autor:Fernando Claudín
La lengua: spa
Format: epub
editor: Siglo XXI de España Editores, S. A.
publicado: 2018-12-13T00:00:00+00:00


El concepto de 'pueblo revolucionario' o 'nación revolucionaria' es un concepto clave en todo este discurso de Engels. Designa, como vemos, un producto de la historia, que en algunas de las formulaciones de Engels parece convertirse en una 'esencia' o 'naturaleza' definitivamente adscrita a los pueblos concernidos. En el segundo artículo, resumiendo su análisis del primero, Engels formula muy claramente el fondo de su concepción: 'Ya hemos demostrado que esas pequeñas nacionalidades, remolcadas contra su voluntad por la historia durante siglos, tienen que ser inevitablemente contrarrevolucionarias y que la posición de todas ellas en la Revolución de 1848 ha sido efectivamente contrarrevolucionaria'. Es fácil discernir la idea metafísica subyacente: el movimiento de la historia es progresivo, revolucionario; quien se oponga a él, quien no actúe en el 'sentido' de la historia, es contrarrevolucionario de necesidad. En otro pasaje del mismo texto Engels plantea que si los eslavos, en algún periodo de su opresión, 'hubieran comenzado una nueva historia revolucionaria, habrían demostrado su viabilidad' (como nación). 'A partir de ese instante la revolución tendría interés en su liberación, y el interés particular de los alemanes y de los magiares desaparecería ante el interés más general de la revolución europea. Pero, justamente, nunca fue así. Los eslavos fueron siempre, con exclusión de Polonia, los instrumentos principales de los contrarrevolucionarios. Oprimidos en su país, fueron en el extranjero, en todos los lugares donde se extendía la influencia eslava, los opresores de todas las naciones revolucionarias '[28]. Pero ¿cómo podían 'comenzar una nueva historia revolucionaria', sin levantarse contra sus opresores, los alemanes y los magiares? Y si estos se movían también en la dirección de la historia, ¿a quién reconocer el título de 'revolucionario' en esa hipotética situación? Engels se debate aquí en contradicciones que no vamos a examinar en este momento. Volveremos sobre ellas en la tercera parte.

Engels se cura en salud contra los posibles reproches que pueden hacérsele de halagar los prejuicios nacionales alemanes. Recuerda que desde antes de la revolución los redactores de la NGR se opusieron resueltamente a todas las mezquindades chovinistas de los alemanes. 'Que se nos permita, por tanto, no compartir las ilusiones delirantes sobre los eslavos y juzgar a otros pueblos con la misma severidad que hemos juzgado a nuestra propia nación.' Y, en efecto, Engels no se anda por las ramas. Saliendo al paso de las promesas antes mencionadas de Ruge a Bakunin, Engels exclama: '¡Ni hablar! A las parrafadas sentimentales que nos prodigan en nombre de las naciones contrarrevolucionarias de Europa, respondernos que el odio a los rusos fue y es la primera pasión revolucionaria de los alemanes, a la que, después de la revolución, se añade el odio a los checos y a los croatas, y que de concierto con los polacos y los magiares no podernos salvaguardar la revolución más que por medio del terrorismo más decidido contra esos pueblos eslavos'. Cuando Bakunin declara: 'lucharemos inexorablemente a vida o muerte hasta que exista en el mundo un Estado eslavo al fin grande, libre



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