Lady Sings the Blues by Billie Holiday

Lady Sings the Blues by Billie Holiday

autor:Billie Holiday [Holiday, Billie]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Memorias
editor: ePubLibre
publicado: 1956-01-01T05:00:00+00:00


12. Mother’s Son-in-Law

No soy la primera —ni la última— que se casó para demostrarle algo a alguien. Desde que empecé a salir con Jimmy Monroe, mamá y Joe Glaser no dejaron de decirme que saldría malparada. Afirmaban que nunca se casaría conmigo, lo que me tocó la moral: no permitiría que nadie me dijera eso.

Jimmy era el hermano pequeño de Clarke Monroe, que llevaba la Uptown House. Era el hombre más apuesto que había visto en mi vida después de Buck Clayton. Había estado casado con Nina Mae McKinney, una gran bailarina y cantante. De niña la había visto en algunas películas, por ejemplo en Aleluya. Jimmy había pasado bastante tiempo en Europa. Allí, especialmente en Inglaterra, como guapísimo esposo de una gran estrella, había adquirido gran notoriedad.

En Londres sólo salía con mujeres blancas. Y se había traído a Nueva York como mínimo a una hermosa arrabalera, a la que representaba cuando lo conocí.

La había recogido en Londres, hizo de ella una dama, le enseñó a cantar, a hablar y a comportarse con elegancia. Él volvió de Inglaterra en clase turística, pero a ella la hizo viajar en primera.

Como era un tío tan importante, yo no podía imaginar lo que quería de mí.

Cuando la dama británica se enteró de que Jimmy salía conmigo, llamó a mi madre y trató de asustarla para que me mantuviera apartada de él. En ese momento fue cuando mamá me dijo que Jimmy nunca se casaría conmigo.

En mi vida hubo acontecimientos que el tiempo no podía modificar ni curar. A los diez años me habían encerrado porque un cuarentón intentó violarme. Para mandarme a esa institución católica no tenían más motivos que si me hubiese atropellado un camión. Pero lo hicieron. No tenían por qué castigarme, pero me castigaron. Años enteros soñé con eso y siempre me despertaba aullando. Dios mío, es terrible lo que puede hacer contigo algo así. Lleva años y años superarlo, te acosa sin cesar.

Que volvieran a ficharme y encarcelarme tampoco ayudó. Podría decir que el primer golpe había sido un accidente. Pero el segundo resultó más duro. Durante años me hizo sentir desvalida. Cambió mi manera de mirar todo y a todos. Había un riesgo que no podía correr. No soportaba a ningún hombre que no conociera las cosas que me habían ocurrido de chica. Y recelaba de todo el que me reprochara esas cosas en una pelea. Podía aceptar casi cualquier cosa, pero eso nunca. No quería tener cerca a nadie que me amenazara con eso o que insinuara, siquiera, que a causa de ello era superior a mí.

Y quizá eso forme parte de la razón por la que me atraía Jimmy. Él había recorrido mundo. Tenía un pasado propio. Era lo que era, pero en lo suyo estaba en la cima. Además, tenía buen gusto y clase. Y precisamente el buen gusto, la clase y la brillantez fue lo que vio mamá. Lo único que vio Joe Glaser. Por eso me advirtieron que me tomara las cosas con calma, que nunca se casaría conmigo.



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