La Sed del Torturador by Andy Smillie

La Sed del Torturador by Andy Smillie

autor:Andy Smillie [Andy Smillie]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ciencia ficción
editor: 13insurgentes
publicado: 0101-01-01T00:00:00+00:00


El ascensor traqueteó hasta detenerse con agudo chirrido de engranajes. Appollus abrió la puerta de malla y caminó por el pasillo, dejando tras él, los cuerpos arrugados y sangrantes de dos miembros de la Hermandad. Sintió como su pulso se aceleraba al recordar el momento en el que sus dedos se cerraron alrededor de la aorta del primero, también recordó el satisfactorio chasquido del cuello del segundo. Eran la tercera patrulla con la que se había encontrado desde que escapó. Esperaba que no fuera la última.

-Su sangre es fuerza- Appollus articuló el axioma mientras caminaba, aún algo inestable, a lo largo del corredor. El ejercicio durante su huida había purgado de su sistema buena parte de las toxinas del Crucio, la adrenalina limpiaba a través de él como un fuego purificador. Costras de sangre seca cubrían su torso, allí donde su carne había comenzado a cicatrizar. Pero todavía le dolían terriblemente sus huesos, una capa de sudor acre cubría su cuerpo.

Appollus se llevó una mano a la cabeza, frotándose las sienes con sus despellejados nudillos. Aún sentía el dolor provocado por el toque del psíquico. Pero el dolor no era lo único que le había dejado Amun. Mientras luchaba para evitar la rabia, el Marine Espacial del Caos había sido descuidado. En su desesperación, había permitido que sus pensamientos superficiales se derramaran, una tumultuosa ola de imágenes a medio formar que habían bombardeado la mente de Appollus. El ruido psíquico, había sido como duras ráfagas de estática filtradas a través del vendaval de un grito. Sin embargo, Appollus había hecho algo más que aferrarse a su cordura. Con devoción de hierro y una inflexible resolución, se había centrado en su deber hacia sus hermanos.

Appollus se detuvo al llegar a una curva del pasillo, al reconocer cada uno de los destellos en los minerales de la pared de delante. Zakiel, Xaphan, Herchel y Ziel, los cuatro miembros de la Compañía de la Muerte aún estaban vivos. Si lo que había captado de la mente de Amun era cierto, languidecían en una celda al final del pasillo. Apretó su espalda contra la pared, sintiendo como la afilada roca arrancaba la piel de sus tensos músculos, y escuchó.

Dos miembros de la Hermandad patrullaban por el pasillo. Appollus apretó los dientes, sintiendo crecer su ira, con cada uno de los latidos que oía de sus traidores corazones. Escuchó el ruido de sus botas, el sonido de sus armas mientras rozaban sueltas, colgadas holgadamente de sus correajes. Su pulso se aceleró mientras el hedor de de carne sin lavar flotó hasta su nariz. Una niebla roja se formó detrás de sus ojos. Un súbito temblor recorrió sus manos, convirtiendo sus puños en nudos de tendones. El impulso de matar era muy fuerte. Bajó la vista hacia el símbolo de su capítulo en su pecho mientras esperaba y dejo escapar un lento suspiro de calma. La rabia aún no era su dueña.

Esperó. Contó. Centrándose en los pasos de los guardias, esperando hasta que la distancia fuera la correcta.



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