La mujer del bosque by John Connolly

La mujer del bosque by John Connolly

autor:John Connolly [Connolly, John]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2018-03-31T16:00:00+00:00


60

Parker llamó a Maela Lombardi desde el coche, pero tanto en el móvil como en el teléfono de casa saltó directamente el buzón de voz. Supuso que Molly Bow había intentado ponerse en contacto con Lombardi para informarla de que le había hablado de ella a Parker, y tal vez fuera mejor así. En el caso de que Lombardi estuviera implicada en una red para dar refugio a mujeres desesperadas perseguidas por hombres violentos, era posible que su imagen del sexo masculino fuera bastante desfavorable. Y Bow, incluso en su actual estado de ánimo, sería capaz de allanar el camino.

Parker estuvo peleándose con el tráfico durante la mayor parte del viaje y solo le gritaron cuando llegó a las afueras de Portland. Pensó en dejar el encuentro con Lombardi para la mañana siguiente, ya que había oscurecido y no quería molestar a una anciana que debía de estar a punto de acomodarse con la cena delante del televisor. Entonces recordó que se trataba de una anciana que estaba vinculada a algo equivalente, por lo que se refiere a víctimas de maltrato, al Ferrocarril Subterráneo[7], y probablemente estaba acostumbrada a que la hicieran levantar del sillón a horas intempestivas. Llamó a los números de Lombardi por cuarta vez, con el mismo resultado, antes de decidirse a llamar a Molly Bow mientras cruzaba el puente de Casco Bay hacia South Portland. Siempre cabía la posibilidad de que Bow se hubiera puesto en contacto con Lombardi, y que esta ahora estuviera cerrándose en banda ante él. De ser así, ella había subestimado lo insistente que podía ser Parker.

Bow pareció muy preocupada cuando contestó al teléfono, pero podría haber sido un vestigio de su conversación previa.

—Solo una pregunta rápida —dijo Parker—. ¿Te has puesto en contacto con Maela Lombardi desde que hablamos?

—No. A ver, quiero decir que lo he intentado, pero no he podido.

—Yo tampoco.

—¿Dónde estás?

—En South Portland. Ahora voy de camino a su casa.

—Suele responder al teléfono. Muy raramente lo desconecta, por razones obvias.

—Si pensara irse de la ciudad, ¿avisaría?

Una pausa.

—No puedo darte más nombres. Ni siquiera debería haberte dado el de Maela.

—Vale, lo entiendo. —Y lo entendía, aunque hubiera preferido no hacerlo—. Echaré un vistazo a la casa y averiguaré qué está pasando. Pero si vuelvo a contactar contigo, prepárate para hacer algunas llamadas. No alarmes a nadie todavía.

Molly estuvo de acuerdo. No es que tuviera muchas opciones, y eso no le gustaba. Todavía se lo estaba explicando a Parker cuando este colgó, pero para entonces él ya había captado el mensaje.



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