La columna de la muerte by Francisco Espinosa Maestre

La columna de la muerte by Francisco Espinosa Maestre

autor:Francisco Espinosa Maestre [Espinosa Maestre, Francisco]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Referencia, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2003-01-01T05:00:00+00:00


Al entrar en el Alcázar tuve la convicción de que había ganado la guerra. A partir de aquel momento era sólo cuestión de tiempo. No me interesaba ya una victoria fulminante, sino que la victoria total en todos los terrenos viniese por la consunción del enemigo[588].

En octubre, Franco, ahora jefe del Estado, consolida firmemente su dominio. Y en la segunda semana de noviembre, después de dos meses de avance imparable y de otros dos meses de parón de la campaña y, al mismo tiempo, de irresistible ascenso personal, se produce el gran fracaso del Ejército de África ante Madrid. Ese es el momento que marca la línea divisoria entre el golpe militar y la larga guerra en la que Franco —ya jefe supremo y con el firme apoyo y reconocimiento nazi-fascista desde el 18 de noviembre— decidió sumir al país para asegurar de manera definitiva su poder. Madrid pudo ser ocupado en octubre y la guerra o no hubiera existido o se hubiera agotado en cuestión de semanas, pero en ese caso se habrían visto alterados los planes de Franco y de quienes pensaban que España necesitaba una profunda desinfección. La guerra civil fue el medio elegido por Franco y los sectores antirrepublicanos españoles y extranjeros que lo apoyaron para imponer su plan de exterminio a las zonas del país donde el golpe había fracasado, algo que no habrían podido hacer —al menos en la forma en que deseaban— de haber ocupado la capital y, en consecuencia, el resto del territorio. La cuestión de fondo ya la planteó crudamente Yagüe en Badajoz: ¿de qué servía recuperar el poder si la población era mayoritariamente contraria a los deseos de los sublevados? Así pues había que diezmar al enemigo, paralizarlo por el terror. Pero la clave —no hay que olvidarlo—, el estilo y el tono del gran proyecto de las derechas españolas que promovieron y sostuvieron el golpe de estado del 36, residió —como en octubre de 1934— en esas fuerzas que iniciaron su acción el 17 de julio en Melilla y en el modo en que fueron ocupando el territorio pueblo a pueblo y día a día, que impedía cualquier posibilidad de marcha atrás. La guerra, además, proporcionó otra ventaja a los sublevados: pudieron camuflar los cinco meses de golpe militar entre los veintiocho de guerra civil, es decir, convertir las grandes matanzas iniciales —verdaderos crímenes de guerra— en simples operaciones militares.

No obstante, lo que sabemos es sólo la punta del iceberg. Después de cuarenta años de dictadura y veinticinco de democracia parece casi imposible que surjan instrumentos para reconstruir en profundidad aquellos sucesos cuya historia hoy sólo conseguimos trazar a grandes rasgos. Si además tenemos en cuenta que casi toda la documentación existente fue elaborada y preparada por los vencedores, y que fondos documentales de gran importancia (judiciales, militares, de Falange o de las Jefaturas de Orden Público) fueron destruidos a partir de mediados de los años sesenta, podremos calibrar las dificultades de la tarea. Pese a todo, siguen apareciendo



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