Breve historia de las batallas navales de las fragatas by Victor San Juan

Breve historia de las batallas navales de las fragatas by Victor San Juan

autor:Victor San Juan [San Juan, Victor]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Ensayo, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2019-08-31T16:00:00+00:00


Por diversas circunstancias que iremos examinando, las seis superfragatas originales no fueron tales; hubo una primera serie de tres pioneras y las restantes se mezclaron con las cuatro unidades de segunda serie (Filadelfia, Essex, New York y John Adams), que componían, en realidad, un grupo de diez a principios de la centuria decimonónica. El roble para estas grandes naves procedería de los bosques de Georgia y Carolina del Sur. Se tuvieron que llevar trabajosamente tres mil árboles al norte en carros, por caminos embarrados, o en buques, por mar, donde sufrieron avatares y naufragios. La fiebre amarilla diezmó a los leñadores, aniquilando a veces a cuadrillas enteras, como sucedería en Gosport con la Chesapeake. Aparte, estaban los eternos desacuerdos entre unos constructores y otros, y entre los capitanes de quilla respectivos de cada buque con el constructor, que se resolvieron concediendo a cada cual suficiente libertad de acción. Esto no impediría que un auténtico torrente de correspondencia se vertiera al respecto sobre la mesa del atribulado secretario de guerra antes de que Ben Stoddert fuera nombrado, en 1798, primer secretario de la Armada (ministro de la Marina) de los Estados Unidos. Pero, de una forma u otra, las diversas construcciones fueron avanzando, con lo que los carpinteros norteamericanos demostraron ser tan decididos y aguerridos como luego fueron en combate los marinos.

La política, sin embargo, estuvo a punto de dar al traste con la US Navy antes de nacer. En marzo de 1796, el Senado ratificó un acuerdo de paz con el rey de Argel mediante el cual el pachá Hassan recibiría más de medio millón de dólares por la liberación de prisioneros americanos y el cese de la actividad pirata, con lo que Estados Unidos se comprometía al pago de un tributo de veintiún mil seiscientos dólares anuales al estilo de Francia o Gran Bretaña. Así pues, la construcción de buques ya no tenía sentido, puesto que el dinero para barcos se gastaba en sobornar a delincuentes. Sin embargo, el presidente George Washington, con su buen juicio habitual, presionó al Congreso para que, al menos, se terminaran las tres superfragatas United States, Constitution y Constellation; es decir, dos grandes y una mediana, que recibirían los apodos, respectivamente, de Vagón viejo, Vieja costados de hierro y Caballo de carreras de Baltimore. Las tres tendrían una larga vida y habrían sobrevivido si no fuera porque la United States, cuando ya era solo una vieja gloria, se quemó en 1861 en Norfolk para que no fuera capturada por los confederados. También la Constellation fue desguazada. El buen resultado de estos buques hizo posible autorizar fondos para los siete restantes, que se terminaron en diferentes plazos.

Los Estados Unidos nacieron divididos y de la división. Por un lado, estaban los federalistas conservadores, aristócratas probritánicos a pesar de que Gran Bretaña, escocida por la derrota en la guerra de las Trece Colonias, les tenía comercialmente rodeados por Canadá y con la ubicua Royal Navy por mar deteniendo civilizadamente tantos o más buques mercantes americanos que los piratas de la costa bárbara con todo tipo de excusas.



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