La buena gente by Ursula Werner

La buena gente by Ursula Werner

autor:Ursula Werner [Werner, Ursula]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 2017-11-01T04:00:00+00:00


19

Johann Wiessmeyer no tenía muchos fieles. Tan solo un pequeño grupo de vecinos asistía a los servicios que oficiaba los domingos por la mañana en la iglesia protestante. Pero su trabajo como pastor espiritual abarcaba mucho más que su pequeño rebaño, pues se extendía a toda la comunidad de Blumental. En la promoción de dicha misión, las mañanas de los días laborables las pasaba haciendo visitas a los vecinos que estaban enfermos y yendo a ver a todo el que lo había solicitado el día anterior. Para cuando llegaba la hora del almuerzo, regresaba contento a la rectoría que él consideraba su hogar, donde solía tomar una modesta comida a solas antes de repasar las actividades de la mañana y estudiar sus obligaciones.

Después de comer, Johann solía pasar una hora o dos sumido en la oración y la meditación. Hoy se sentía particularmente necesitado de dicha soledad. Eran tantos los asuntos que se disputaban su atención: la llegada inminente de los dos refugiados al día siguiente; la presencia de Oskar Eberhardt, que lo complicaba todo; el peligro potencial que podían entrañar los juegos de espías de Max Fuchs; la cuestionable discreción de Fritz Nagel. Pero esta tarde había decidido centrarse en un único asunto: el maletín. Gottfried se lo había entregado antes de que ambos se separasen en Berlín. Le advirtió que era posible que no llegara a utilizarlo. Había otros maletines en otras ubicaciones, porque la Resistencia nunca sabía cuándo ni dónde podría presentarse una oportunidad. «Dentro del plan de lugares posibles, tu posición junto al Bodensee es bastante improbable —lo tranquilizó—. Pero se encuentra en la ruta que va de Fürchtesgaden a Berlín, de manera que no está descartada del todo».

Johann dejó atrás las lápidas cubiertas de musgo del cementerio y continuó hacia el edificio de la iglesia. Abrió la pesada puerta de roble y penetró en una nave alargada y flanqueada por paredes lisas de arenisca gris. Por las estrechas vidrieras se filtraba una luz levemente coloreada que bañaba el interior de la iglesia con tenues matices de azul cobalto y verde esmeralda. Johann se había enamorado de aquella iglesia nada más verla. Era muy diferente de la de Birnau. La de Birnau también le gustaba, pero en aquel caso se debía a que le hacían gracia sus filigranas doradas y sus querubines rosados y regordetes. En aquella basílica católica le costaba trabajo tomarse en serio la religión, le parecía un parque infantil que utilizaba Dios para relajarse un rato y divertirse. En cambio, esta pequeña iglesia levantada en la linde del bosque era distinta. Servía para la contemplación, lo invitaba a uno a sentarse a descansar en su flotilla de bancos de madera de color marrón claro, que se mecían suavemente en un mar de luces azules y verdes.

La mayoría de las veces la iglesia estaba vacía, lo cual le venía muy bien a Johann. Sin embargo, hoy había una figura de gran estatura sentada en un banco. Un hombre, según pudo distinguir Johann al aproximarse, vestido con el uniforme gris de lana del ejército alemán.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.