La bala y la escuela (holocausto indígena) by Pedro García Olivo

La bala y la escuela (holocausto indígena) by Pedro García Olivo

autor:Pedro García Olivo [García Olivo, Pedro]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Ciencias sociales
editor: ePubLibre
publicado: 2009-05-27T00:00:00+00:00


Ahora nosotros podemos vender la tierra a cualquier gente que tenga el dinero para comprarnos. Y la vendemos a cualquier precio dada la situación económica tan difícil; es el precio de la miseria.

El campesino costeño que no cuenta con recursos para la siembra, al existir una apertura del artículo 27 Constitucional para la venta de nuestras tierras, que antes eran inalienables, las empezamos a vender al mejor postor por no contar con los suficientes recursos para la siembra, por no contar con una ayuda seria para desarrollar la agricultura. La crisis económica que abate al país nos perjudica grandemente, y a nosotros nos convierte en esclavos del mejor comprador; muchos de estos compradores son extranjeros en esta región de la Costa. Eso es lo que ha hecho el nuevo artículo 27 Constitucional con nuestras comunidades, al dar apertura a la venta: acabar con las tierras ejidales y las comunales.

Cuando el campesino vende, vende con dolor, vende como vender a su madre; la tierra para nosotros es lo principal, es nuestro vientre, es nuestra raíz, es nuestra esencia, es todo.

Pero la situación nos obliga casi a vender. Por ejemplo, nosotros tenemos un terrenito de 10 hectáreas en la zona turística de Puerto Escondido; alrededor de nosotros hay cuatro o cinco edificios, seis hoteles: entonces esto provoca que nuestra tierra se erosione, porque ellos empiezan a hacer pozos de gran profundidad, los hoteles consumen mucha agua, empiezan a devastar, a construir casas en cemento… Entonces la tierra deja de ser tierra, se erosiona, se hace desierto; nuestros pozos no son tan profundos y no tenemos agua: ¿cómo es posible sembrar allí? Es ésta la razón: nosotros nos vemos obligados, no es que hayamos perdido la conciencia de la tierra, ni el amor a ella; lo conservamos, pero ellos nos hacen irnos. Como lo hicieron los colonizadores españoles, ahora nos hacen huir los colonizadores mexicanos, estadounidenses, europeos, que tienen dinero para comprar, pero además tienen el apoyo de todo el Gobierno mexicano para hacerlo.

Aquí en la Costa lo estamos sintiendo y viendo en la evolución de nuestra cultura y en nuestra gente: la venida de tanto extranjero que tiene negocios y ahora compra tierras por la facilidad que le dio la modificación del artículo 27 constitucional ha hecho que nuestra gente ya no quiera comer nuestra comida regional sino espagueti o hot dogs, sueñan con otra clase de ropa, etc., etc. Y, de haber sido señores de estas tierras, ahora son los siervos de toda esa gente extraña, venida de afuera. ¿Dónde está el porvenir, el progreso, una situación económica mejor para el indígena? En todos esos centros turísticos lo que les espera es un trabajo de mozo, mesero o de lavaplatos.

Los Tacuates retrocedimos cada vez más, hasta que nos sacaron; pero nosotros tuvimos la culpa por lo que se refiere a los solares, las casas y los terrenos de cultivo: no nos lo quitaron, lo vendimos baratos y mentiríamos si dijéramos que nos los quitaron a la fuerza. Es cierto, muchas veces



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