(Kenzie & Gennaro 04) Desaparecio una noche by Dennis Lehane

(Kenzie & Gennaro 04) Desaparecio una noche by Dennis Lehane

autor:Dennis Lehane
La lengua: es
Format: mobi
Tags: thriller
publicado: 1997-12-31T23:00:00+00:00


19

Aterrizamos en la ladera de la antigua mina en la reserva de Blue Hills, descendiendo suavemente a través de las hileras de telesillas, y observamos cómo el segundo helicóptero aterrizaba a unos veinte metros de distancia.

Nos estaban esperando varios coches de policía, ambulancias, dos coches de guardabosques del Distrito Metropolitano de Boston y unas cuantas unidades de soldados.

Broussard salió rápidamente del segundo helicóptero y se encaminó a toda velocidad hacia el primer coche de policía que divisó, e hizo salir al policía uniformado del asiento del conductor.

Fui corriendo hacia él justo cuando ponía el coche en marcha.

—¿Dónde está Poole?

—No lo sé —respondió—. No estaba donde le dejamos, en el sendero. Creo que o bien intentó volver él solo o bien se dirigió hacia la cima cuando oyó el tiroteo.

El comandante Dempsey se acercó corriendo a través del campo.

—Broussard, ¿qué demonios pasó allá arriba?

—Es una larga historia, comandante.

Subí al coche y me senté junto a Broussard.

—¿Dónde está la niña?

—No había ninguna niña —contestó Broussard—. Era un montaje.

Dempsey se apoyó en la ventana del coche.

—Me han dicho que la muñeca de la niña estaba flotando en el agua —comentó.

Broussard me miró; tenía una expresión furiosa.

—Sí—dije—, pero no vimos el cuerpo.

Broussard soltó el cambio de marchas.

—Tenemos que ir a buscar a Poole, señor —dijo.

—El sargento Raftopoulos llamó hace dos minutos. Está en la calle Pritchett y dice que hubo varias personas que ingresaron cadáver.

—¿Quién?

—No lo sé.

Dempsey se apartó de la ventana.

—He mandado una unidad de guardabosques a la avenida Ricciuti para que recojan a su compañera, señor Kenzie.

—Gracias.

—¿Quién se encargaba de disparar toda esa artillería?

—No lo sé, señor, pero estábamos totalmente rodeados.

El repentino sonido de una turbina chirrió por todo el campo y Dempsey tuvo que gritar para que lo oyeran.

—¡No pueden salir! —gritó Dempsey—. Están encerrados. No hay escapatoria.

—Sí, señor.

—¿Ningún indicio de la niña? —preguntó Dempsey.

Daba la impresión de que pensaba que si nos hacía la misma pregunta varias veces, tarde o temprano, acabaría obteniendo la respuesta que esperaba.

Broussard hizo un gesto con la cabeza.

—Mire, señor, con todo nuestro respeto, el sargento Raftopoulos tuvo una especie de ataque cardíaco por el camino. Me gustaría verle.

—¡Vayan!

Dempsey se hizo a un lado e hizo señas a varios coches para que nos siguieran mientras Broussard apretaba el acelerador y se lanzaba pendiente abajo; rozó una hilera de árboles con una de las ruedas y cogió un camino de tierra, giró a la izquierda y se dirigió a toda velocidad por un camino destrozado por los cráteres hacia la vía de salida de la autopista que conducía a una rotonda y a la calle Pritchett.

Pasamos por dos caminos de tierra y llegamos a la calle Quarry, desde donde corríamos por el lado sur de la colina, mientras por el espejo retrovisor observábamos el movimiento de las luces rojas y azules que nos seguían.

Broussard no redujo la velocidad cuando pasó una señal de stop que había en un extremo de la calle Quarry. Derrapó de un lado al otro del arcén, llegó a la rotonda y aún pisó más el acelerador.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.