Juicios sumarios I by Rosario Castellanos

Juicios sumarios I by Rosario Castellanos

autor:Rosario Castellanos [Castellanos, Rosario]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Crítica y teoría literaria
editor: ePubLibre
publicado: 1965-12-31T16:00:00+00:00


LA NOVELA MEXICANA Y SU VALOR TESTIMONIAL[*]

La novela mexicana, desde el momento mismo de su aparición (que se ha hecho coincidir con la de El periquillo sarniento de José Joaquín Fernández de Lizardi) ha sido, no un pasatiempo de ociosos ni un alarde de imaginativos ni un ejercicio de retóricos, sino algo más: un instrumento útil para captar nuestra realidad y para expresarla, para conferirle sentido y perdurabilidad. En suma, la novela se ha concebido en México de manera igual a como lo hizo Thomas Mann: como una aspiración al conocimiento lucido.

El novelista —sobre todo en las épocas históricas de sobresalto y lucha, que han sido las más frecuentes— ha trabajado con los materiales con los que trabaja el historiador y el sociólogo: los que proporciona la experiencia inmediata. Poco se ha empeñado en desbastar este material, en pulirlo, en mostrarlo bajo la especie de literatura, urgido como estaba en aprehender el instante que suponía trascendental y aun en participar en él para proporcionarle la figura y la orientación que sus convicciones le dictaban como adecuadas. Porque, hay que decirlo, en países como el nuestro donde la cultura continúa siendo un privilegio al que tienen acceso grupos muy reducidos de la población, la literatura no puede ejercerse de un modo profesionalmente exclusivo. El escritor ha sido, al mismo tiempo, el político, el funcionario, el hombre de acción y estos otros deberes, impostergables desde el punto de vista moral, robaban tiempo, energía para la creación, así como hacían imposible adoptar un punto de vista imparcial en relación con los hechos.

Por eso es que tantos de nuestros libros, que a regañadientes o con entusiasmo tenemos que considerar como clásicos —porque sin ellos no se comprende el desarrollo de las letras mexicanas— adolecen de fallas formales graves. Y también es frecuente el caso del autor que, queriendo remediar este descuido, recurra, no a la búsqueda de las leyes internas de los acontecimientos que narra, sino al expediente, más fácil y más rápido, de la imitación de las modas europeas (o norteamericanas, en épocas más recientes), cuyo trasplante a México no ha sido casi nunca feliz.

Pero los defectos de la obra literaria no deben ser imputados exclusivamente a su creador. Mucho ha habido de amorfo, de incoherente, de fluido, en esa realidad que nos circunda y que tan lentamente va plasmándose en una nación. Es hasta después del movimiento revolucionario de 1910 (que nos lega un cúmulo de testimonios y documentos y anécdotas, pero, si acaso, una o dos novelas) cuando comienza a surgir, en todas las modalidades artísticas, el deseo consciente y explícito de encontrar las formas propias, distintivas, inconfundibles, de ser y de parecer un país que inicia, vigorosamente, su proceso de integración.

Las primeras que alcanzan la plenitud de sus propósitos son las artes plásticas. El color y la figura de nuestras circunstancias pasan a enriquecer nuestro patrimonio. Pero el concepto de lo mexicano resiste el asedio de los filósofos que buscan elevar a una definición, al nivel de las nociones claras



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