Invasión subterránea by Theodore L. Thomas & Kate Wihelm

Invasión subterránea by Theodore L. Thomas & Kate Wihelm

autor:Theodore L. Thomas & Kate Wihelm [Thomas, Theodore L. & Wihelm, Kate]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Ciencia ficción
editor: ePubLibre
publicado: 1967-01-01T00:00:00+00:00


* * *

Tiny Andersen, sentado en la alto de la valla de un corral de ganado, gritó repetidamente a las arremolinadas reses. Después empezó a bajar hacia el interior del corral, tratando de apartar a un novillo con su bastón. En seguida vio que el animal no obedecía y que era peligroso en el corral, por lo que volvió a su asiento en lo alto de la valla. Entonces gritó a Frank Crewson:

—¿Qué los asusta?

Crewson estaba tratando de arrinconar a la turba de ganado en una esquina del corral. Andersen se encogió de hombros. Luego saltó al sendero y a grandes zancadas dio Ja vuelta al corral para alejar a los animales de una tablilla rota de la valla, en el lado opuesto. Al doblar una esquina resbaló y cayó en un charco de barro cubierto con más de dos centímetros y medio de agua.

—¿De dónde saldrá esto? —murmuró, mientras se incorporaba y se limpiaba el barro de las manos.

Prosiguió su camino hacia la tablilla rota, se encaramó a la valla y hostigó al ganado, tratando de alejar a las reses. Tardó varios minutos, pero al fin consiguió abrir un claro.

De pronto, un tanto apartada, Andersen vio una capa gelatinosa de extraño aspecto. Se quedó mirándola y pudo comprobar que se movía. De ella partieron veloces tentáculos en dirección a las patas de las reses. Uno de los tentáculos tocó la pata de un animal y Andersen vio que aparecía un charco bajo la pezuña. La capa gelatinosa cubrió la pata y subió por ella, abandonando el polvo y la suciedad, y Andersen vio que era de color verdoso.

Miró a su alrededor para ver si había alguna otra persona por allí y cuando volvió a mirar al novillo, éste estaba forcejeando con el tejido. Andersen se deslizó a lo largo de la cerca para aproximarse y se inclinó para aguijonear el tejido con su bastón. La pata de la res había desaparecido para entonces y Andersen pudo ver lo que estaba sucediendo. De repente se dio cuenta de que aquello debía ser lo que aterrorizaba a todos los animales de los corrales.

Andersen se puso de pie en lo alto de la valla para mirar por encima de los enfurecidos animales de los corrales de ganado, tratando de ver si alguien más estaba cerca. Dos animales arremetieron a la vez contra la valla, unos tres metros por debajo de donde él permanecía de pie. La firme valla se agitó lo bastante como para desalojarlo de ella, cayendo en el interior del corral.

Sus pies se hundieron en la capa gelatinosa, mientras que sus rodillas tocaron el suelo. Trató de desenredar los pies de aquella masa, pero el clone se apoderó del cuero de las botas de tacón alto y estas estaban demasiado prietas para sacárselas. Al cabo de tres segundos el clone atravesó el cuero del calzado y llegó al pie. Un novillo pasó entonces como una exhalación sobre él y prosiguió su carrera. Andersen se arrastró en dirección a la valle y empezó a gritar pidiendo socorro.



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