Intrusos y huéspedes & Habitación doble by Luis Magrinyà

Intrusos y huéspedes & Habitación doble by Luis Magrinyà

autor:Luis Magrinyà [Luis Magrinyà]
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788433937803
editor: Editorial Anagrama
publicado: 2017-02-22T00:00:00+00:00


Luxor

I

El sol ya no quema, la luz es sólo cálida, y hay finalmente algo armonioso en esa nutrida hilera de gente que se asoma a la barandilla de proa. Otra hilera igual de nutrida, con rostros visibles y sin indicios de perder el humor, contempla el mismo espectáculo desde la orilla: la lenta procesión de barcos de turistas esperando turno para cruzar la esclusa. Para los de la orilla debe de ser, a estas horas de la tarde, un cándido entretenimiento; para nosotros, aunque todavía no cunde el desánimo, es evidente que el entretenimiento durará menos que la espera, y por eso, adelantándome y aprovechando que Sebastián tampoco se rendía, he decidido bajarme al camarote a escribiros. Sin embargo, desde el visor de la cámara, y a una distancia panorámica, esas personas apoyadas en la barandilla, por lo demás bulliciosas e irregularmente disciplinadas, formaban, vistas de espaldas, una línea humana casi enternecedora. Parecían, por una vez, estar pensando en lo mismo, quizá incluso pensando lo mismo, sin verse atosigadas por el individuo que llevan dentro, el cual –lo he comprobado– puede ser muy exigente; y, por otra parte, era como si estuvieran juntas por placer, o por lógica, sin ese espeso barniz de docilidad que les impide despegarse unas de otras cuando, temerosas, salen del barco. La hilera, la línea recta, puede que tenga algo de consecución: es un logro económico –la distancia más corta entre dos puntos–, y democrático –cada punto, cada espalda perfectamente distinta, cumpliendo su función sin jerarquías–, además de una ordenación en calma del espíritu. ¡El espíritu! ¡Imagino una gran composición horizontal! Nada que ver con esos escuadrones de defensa numantina que se organizan frente a todo tipo de amenazas imaginarias –«éstos son capaces de dejarnos tirados aquí», «ojo, no nos perdamos», «cuidado con las carteras y los bolsos»–, ni con ese tropel ansioso, realmente bárbaro, que se disputa los generosos platos del buffet. Después de tres días ésas han sido las dos únicas formaciones que he conocido en la coreografía de este grupo. Por eso verlo ahora alineado, sin rostro, con las voces amortiguadas, con un motivo común que no era mezquino, me ha dado alguna esperanza. Ya me conocéis, siempre busco una esperanza... porque sé que es una de esas cosas que, a fuerza de buscarlas, uno acaba encontrando. Seguramente será mi mejor foto hasta el momento.

Paso momentos así, imaginando victorias, y el día de hoy va siendo pródigo en imaginaciones. Nunca creí que encontraría armonía en un grupo como el de arriba. En cuanto a mí, debo decir que en realidad no busco «mi mejor foto». Tengo mayores y más satisfactorias inquietudes. Por ejemplo, mucho más orgulloso me siento de haber conseguido ya, aprovechando la distracción del pasaje, embobado en la contemplación de la esclusa, un buen trozo de moqueta verde césped, una esquina algo suelta que descubrí ayer cerca de la piscina y que acabo de cortar con la ayuda de mis tijeras grandes. ¡Espero que no se note demasiado! Bueno, sí, se notará, pero nadie me ha visto.



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