Coraline by Neil Gaiman

Coraline by Neil Gaiman

autor:Neil Gaiman [Gaiman, Neil]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela Juvenil
ISBN: 847888579X
editor: Salamandra
publicado: 2003-04-30T16:00:00+00:00


—Gracias —dijo la voz.

—¿Eres una niña o un niño? —preguntó Coraline.

Hubo una pausa.

—En mi primera infancia llevaba faldas y tenía el pelo largo y rizado —respondió con tono de duda—. Pero, ahora que lo pregunta, me parece que un día me quitaron las faldas, me pusieron pantalones y me cortaron el pelo.

—No es un tema que nos preocupe —comentó la primera voz.

—Tal vez sea un chico —continuó la figura a la que daba la mano—. Sí, creo que era un niño. —Y brilló con un poquito más de intensidad en la oscuridad de la habitación que había detrás del espejo.

—¿Qué os pasó? —les preguntó Coraline—. ¿Cómo llegasteis hasta aquí?

—Ella nos dejó en este lugar —respondió una voz—. Nos robó el corazón, nos arrebató el alma, se llevó nuestras vidas, nos abandonó en las tinieblas y se olvidó de nosotros.

—¡Pobrecitos! —exclamó Coraline—. ¿Cuánto tiempo hace que estáis aquí?

—Mucho, muchísimo tiempo —contestó otra voz.

—Sí. Es imposible calcular cuánto —añadió otra más.

—Yo crucé la puerta de la cocina —comentó la voz del que podría ser un niño—y me encontré en el salón. Ella me estaba esperando. Me dijo que era mi otra mamá y nunca volví a ver a la verdadera.

—¡Huya! —la apremió la primera voz, que Coraline supuso que pertenecía a una niña—. Huya mientras tenga aire en los pulmones, sangre en las venas y calor en el corazón. Huya antes de que pierda la mente y el alma.

—No voy a escapar —repuso Coraline—. Ella tiene a mis padres y he venido a recuperarlos.

—Sí, pero la retendrá aquí mientras los días se convierten en polvo, caen las hojas y los años pasan uno tras otro como el tictac de un reloj.

—No —lo rebatió Coraline—. No lo hará.

En la habitación de detrás del espejo se hizo el silencio.

—Si usted puede arrancar a sus padres —dijo una voz en la oscuridad—, de las garras de la vieja bruja, quizá por ventura pueda liberar también nuestras almas.

—¿Os las ha quitado? —le preguntó Coraline espantada.

—Sí, y las ha escondido.

—Por eso no pudimos salir de aquí, ni siquiera después de morir. Nos retuvo y se alimentó de nosotros hasta que no quedó ningún resto, sólo pieles de serpientes y cascaras de arañas. Busque nuestros corazones ocultos, pequeña dama.

—¿Y qué os ocurrirá si lo hago? —quiso saber Coraline. Las voces no respondieron—. ¿Y qué hará conmigo? —continuó.

Las pálidas figuras latieron débilmente. Coraline supuso que no eran más que ilusiones visuales, como el resplandor que una luz brillante deja en los ojos una vez que se apaga.

—No le dolerá —susurró una vocecita tenue.

—Se apropiará de su vida, de lo que es y de todo lo que le interesa, y le dejará sólo niebla y bruma. Se llevará su alegría. Un día, cuando despierte, no tendrá ni alma ni corazón. Será usted una cáscara, una voluta de humo, y se convertirá en un sueño al despertar o en el recuerdo de algo olvidado.

—Hueco —susurró la tercera voz—. Hueco, hueco, hueco, hueco, hueco.

—Debe huir —gimió débilmente la primera voz.

—Creo que no —repuso Coraline—.



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