Historia del antisemitismo by Gerald Messadié

Historia del antisemitismo by Gerald Messadié

autor:Gerald Messadié [Messadié, Gerald]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 1999-01-01T05:00:00+00:00


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¡AMÉRICA, AMÉRICA!

AMÉRICA LATINA: LAS PROMESAS DE LAS COLONIAS Y LAS EXACCIONES DE LA INQUISICIÓN - LA TOLERANCIA INGLESA - DEBILIDAD NUMÉRICA DE LOS INMIGRANTES JUDÍOS - LA INDUSTRIALIZACIÓN DE ESTADOS UNIDOS Y EL NACIMIENTO DEL ANTISEMITISMO NORTEAMERICANO - WASP, HEGEMONÍA CRISTIANA Y BLANCA Y RACISMO - HENRY FORD Y CHARLES LINDBERGH, HERALDOS DEL ANTISEMITISMO NORTEAMERICANO - EL NUMERUS CLAUSUS CANADIENSE - MOTINES DE 1917 Y JUDÍOS «DESAPARECIDOS» EN LA DICTADURA MILITAR EN LA ARGENTINA

El viejo mundo se volvía sofocante. Entonces los judíos cayeron en la cuenta del descubrimiento de su correligionario Colón en 1492, precisamente el año en que, aterrorizados por las imprecaciones de un loco sanguinario que dirigía la Muy Santa Inquisición de la Iglesia —Torquemada—, el rey y la reina de España firmaron el decreto de expulsión de todos los judíos que rehusaran convertirse. Los primeros que se hicieron a la mar para emigrar, a mediados del siglo XVI, fueron los que estaban geográficamente más cerca y que evidentemente oían hablar, en los puertos de Europa y de África occidental, de esas comarcas desmesuradas, selvas gigantescas, montañas que rozaban el cielo y llanuras infinitas habitadas por pueblos cobrizos. Eran los marranos, esos judíos conversos que la Inquisición no terminaba de perseguir pese a su conversión, porque sospechaba que habían abjurado de su fe sólo ante la amenaza de la hoguera y ante un crucifijo convertido en arma de guerra. Ellos esperaban, querían esperar que la policía de los cristianos no hubiese fundado un capítulo allende los mares y que entonces podrían reconquistar allá su dignidad.

Como era normal, primero fueron a América latina, donde se hablaba sus idiomas. España intentó vedarles sus territorios de ultramar. Esfuerzo inútil. En primer lugar, allí su voluntad se respetaba menos que en la metrópolis; en segundo lugar, el espíritu de empresa de los judíos era un bien más valioso que el beneficio de las imprecaciones satánicas de Torquemada.

Sin embargo, pronto las esperanzas de los «nuevos cristianos» inmigrantes, es decir judíos conversos o marranos, se vieron frustradas. La Inquisición sabía que las colonias de América del Sur albergaban a muchos marranos, en particular portugueses. No iba a dejar por cierto las tierras de la Corona sin vigilancia, ni a dejarse influir por el temor de contrariar sus intereses. En efecto, hay que recordar que la Inquisición se apropiaba sin mayores escrúpulos de los bienes de los «culpables», y no había razón alguna para dejar que la Corona aprovechara sola las riquezas coloniales. En 1570, estableció su primer tribunal en Lima; al año siguiente creaba otro en México, en Nueva España, y en 1610 un tercero en Cartagena, en la actual Colombia. Esos tribunales cubrían evidentemente todo el territorio, que podía ser inmenso, pues la autoridad del tribunal de Lima se extendía no solamente al Perú, sino también a lo que representan en la actualidad la Argentina y Chile.

Sólo Brasil, recientemente descubierto (1502), y cuya explotación había sido confiada paradójicamente a un marrano, Fernando de Noronha, escapó durante unas décadas (hasta 1591) de las «visitas episcopales» de los emisarios de la Inquisición.



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