Historia de los papas by Juan Mª Laboa Gallego

Historia de los papas by Juan Mª Laboa Gallego

autor:Juan Mª Laboa Gallego [Gallego, Juan Mª Laboa]
La lengua: eng
Format: epub
publicado: 2011-10-20T12:58:00+00:00


adie duda de la enorme importancia del desarrollo y de los decretos del concilio de Trento, pero el medio siglo siguiente fue tan decisivo como los decretos conciliares para fijar las nuevas características de la Iglesia católica. La aplicación del concilio consistió en la aceptación de los documentos conciliares por parte de las naciones y en la imposición por parte de Roma de no pocas normas, interpretaciones y puntos de vista no siempre acordes al espíritu conciliar.

En esta progresiva aplicación de unas leyes y un talante nos topamos con la personalidad de una serie de papas de notable calidad, constancia y decisión, quienes, al aplicar las reformas conciliares, reforzaron la autoridad de la Santa Sede y su capacidad de intervención en las Iglesias locales.

El gobierno pontificio alcanzó un considerable grado de eficacia mediante la creación de congregaciones especializadas en las que los cardenales mostraban sus variopintos talentos y ayudaban al gobierno de la Iglesia. Al mismo tiempo se desarrolló un órgano de gobierno centrado en un hombre de confianza del papa reinante, una especie de primer ministro que recibía toda la correspondencia diplomática y al que se le proponían todas las cuestiones delicadas. Este personaje generalmente era un sobrino (nepote) del papa, creado cardenal para cumplir con esta tarea. Si faltaba un pariente cercano, podía suplirlo un cardenal hábil y experimentado o, en cualquier caso, alguien que gozara de la estrecha confianza del pontífice. De esta forma el gobierno sobrevivía a los papas que se iban sucediendo.

A esta institución conviene añadir el nuevo papel confiado a los nuncios a partir de la época tridentina. Desde inicios del siglo xvi los nuncios eran sustancialmente representantes del papa como soberano temporal ante otros jefes de Estado.A partir de mediados de ese mismo siglo su misión se extendió también a la dimensión más propia de la reforma católica: no sólo animaban a los príncipes a enfrentarse a los protestantes, sino que procuraban que los obispos cumplieran e hicieran cumplir los decretos conciliares.

Otro medio determinante de centralización eclesial fueron las llamadas visitas ad limina, es decir, las que todos los obispos locales tenían que hacer a Roma cada cuatro o cinco años para rezar ante las tumbas de los apóstoles, visitar al papa, dar cuenta pormenorizada del estado de sus diócesis y recibir las directrices correspondientes. Para el obispo constituía un auténtico examen de la situación de su diócesis, mientras que para Roma se convertía en un filón inagotable de noticias e indicaciones sobre la situación del catolicismo.

El creciente prestigio del papado se fue reflejando en Roma, de la misma manera que los papas supieron utilizar la sacralidad de la Ciudad Eterna en beneficio del catolicismo. Toda la ciudad constituía un campo de edificios en construcción: nuevas iglesias, palacios, fuentes y terrazas panorámicas que renovaban intensamente su imagen.Al mismo tiempo Roma se convirtió en el cuartel general operativo de todo el movimiento de reforma y renovación eclesial.

El concilio de Trento deseó fundamentalmente reformar el clero en su conjunto, y lo consiguió. Legisló sobre los obispos, ya para aumentar sus poderes, ya para recordarles los deberes propios de su cargo.



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