Experimentar a Dios by Leonardo Boff

Experimentar a Dios by Leonardo Boff

autor:Leonardo Boff [Boff, Leonardo]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Espiritualidad
editor: ePubLibre
publicado: 2002-01-01T00:00:00+00:00


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CÓMO EMERGE DIOS EN LA ANDADURA PERSONAL

De las reflexiones que hemos hecho hasta aquí debería deducirse con toda claridad que Dios no constituye uno de tantos objetos directamente experimentables. Dios emerge de la radicalidad de la experiencia del mundo. El discurso sobre Dios es un discurso cualificado sobre el mundo, un discurso sobre el mundo en cuanto que percibimos que este no es la última instancia, sino que siempre se remite y es soportado por algo que se ilumina dentro de él, pero que no es él. Y hemos concretado este enfoque del asunto mostrando cómo Dios surge dentro de la experiencia de nuestro mundo científico-técnico y de nuestra realidad latinoamericana oprimida.

La persona humana, con todas sus circunstancias, vive dentro de ese doble horizonte. Sin embargo, no se deja encuadrar simplemente dentro de ese mundo arriba descrito, porque tiene su propia andadura personal. Cada ser humano es una síntesis única y propia de la historia, y en eso reside su sacralidad y su dignidad. La persona es una y única y realiza su experiencia del mundo y, en el corazón mismo de este, su experiencia del misterio del mundo, es decir, de Dios.

Esta experiencia de Dios en la diafanía del mundo, no nos cansaremos de repetirlo, no es una vivencia de un objeto ni una experiencia de tantas. La experiencia de Dios no debe imaginarse como la experiencia, por ejemplo, de contemplar una puesta de sol o de sufrir un dolor de muelas. Si así fuera, Dios sería un fenómeno del mundo. Pero Dios no se deja encontrar fácilmente en ninguna parte. De ahí nuestra insistencia en que Dios solo se hace real y vivo si emerge de la radicalidad de la experiencia del mundo como fuerza liberadora dentro de nuestro compromiso en favor de una mayor justicia y humanidad.

Tampoco consiste la experiencia de Dios en tener visiones, audiciones y arrebatos místicos. Todo ello puede darse, pero no pasa del nivel de las vivencias subjetivas del misterio de Dios. Dios no es «visible» ni «audible» ni «accesible» únicamente en la experiencia mística. Si así fuera, Dios sería privilegio y lujo exclusivo; de unos cuantos iniciados, pero no el sentido que atraviesa toda la existencia, por más cotidiana que se presente. De ahí que pueda experimentarse a Dios siempre y en cualquier situación, a partir del momento en que accedemos a la profundidad de la vida, allí donde esta muestra una apertura absoluta que trasciende todos los límites y que, por ello mismo, se manifiesta como lo Trascendente en nosotros.

¿Cómo tiene lugar esa experiencia de Dios en la andadura personal? ¿Puede haber una especie de mistagogía, es decir, un camino de iniciación? Aquí estamos pisando tierra virgen. «Caminante, no hay camino, se hace camino al andar», decía el poeta español Antonio Machado. Del mismo modo que no podemos sustituir a nadie y vivir su vida por él, también en esto ocurre algo semejante: cada cual, a lo largo de su andadura existencial, deberá conocer por experiencia cuál es la raíz que alimenta su vida.



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