Este hombre promete. !Ya era hora! by Elizabeth Young

Este hombre promete. !Ya era hora! by Elizabeth Young

autor:Elizabeth Young
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico
publicado: 2002-08-09T22:00:00+00:00


Después de ducharme, decidí asar el pavo antes de que se estropeara. Después de embutirle el relleno ya preparado por el culo, con mucha más fuerza de la necesaria, me enteré por la sección «Aves» del Libro de cocina para inútiles que debía rellenar el otro extremo, «tirando de la solapa de piel y remetiéndola por debajo». Después de lo cual debía «cerrarlo cuidadosamente con una aguja de cocina e hilo».

—¡Joder! —le dije a Widdles, que estaba sentado encima de la mesa, observando la operación con gran interés.

Parecía meditar en qué sería aquello: un gorrión modificado genéticamente o qué. Trató de darle a un ala para ver si aleteaba.

—¿Qué persona normal tiene agujas de cocina tiradas por ahí? —pregunté—. Y mira qué te digo; si John está telefoneando a la bruja de Aspen, al que me gustaría un carajo rellenar sería a él. «¿Cómo estás, cariñito?» Me gustaría embutirle algo por el culo, te lo juro. Un supositorio de quince centímetros y se le borraría esa sonrisa de la cara. Y si ella le telefonea, a mi cama, luego tendré que fumigarla.

Metí el pavo sin coser en el horno, me serví una buena copa de vino y llamé a Sally.

—No puede estar tan mal si todavía hace bromas sobre los baños con esponja —dijo.

—Sí que lo está. Es que no puede resistirse a pincharme.

—Típico de los tíos —dijo cáustica—. Estoy empezando a revisar mi opinión. Es casi de la misma estofa que Jacko.

—Él nunca te ha pedido que le dieras un baño de esponja, ¿verdad?

—No se hubiera atrevido; le hubiera pegado un puñetazo.

Era más que probable.

—¿Cuánto tiempo crees que te dedicarás a hacer de enfermera? —preguntó.

—Como mucho se quedará hasta mañana por la mañana. No estarías pensando en volver ya, ¿verdad? Me sentiría muy culpable si se le contagiara a Tom.

—Dije que me quedaría hasta justo antes de Año Nuevo, así que esperemos que la dulzura y la generosidad duren hasta entonces. Me parece que mamá está empezando a resquebrajarse. Esta mañana ha dicho: «Espero que le estés dando comida de verdad, y no esos potitos para madres perezosas».

—Y tú, ¿qué le dijiste?

—Nada, pero no sé cuánto tiempo podré aguantar.



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