Esperando al diluvio by Dolores Redondo

Esperando al diluvio by Dolores Redondo

autor:Dolores Redondo [Redondo, Dolores]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2022-11-16T00:00:00+00:00


Even if it was for just one day?

¿Aunque solo fuera por un día?

A las ocho y media, Mikel lo esperaba en el portal de La Estrella. Durante las siguientes dos horas repitieron prácticamente el mismo recorrido que durante la mañana los había llevado tras los irlandeses. Después estos entraron a cenar a Víctor Montes en la plaza Nueva y permanecieron en el local hasta bien pasada la una de la madrugada. Cuando salieron todo el grupo mostraba los efectos de haberse bebido buena parte de las reservas de whisky por las que el local era famoso. Michael, «el Leprechaun», hizo varios intentos de detenerse en distintos bares que encontraron en el camino de vuelta a la pensión, pero «el Oscuro» le susurró algo al oído y el pequeño irlandés obedeció. Juntos, como buenos chicos, regresaron al Toki-Ona. Mikel y Noah esperaron en el interior oscuro del portal de La Estrella y veinte minutos después vieron salir a Murray. Se había cambiado de ropa y llevaba el pelo engominado hacia atrás. Miró brevemente a los lados de la calle y salió en dirección a la catedral y después al Arenal. Tuvieron que hacer un esfuerzo para seguirlo. Todavía había mucha gente en la calle, pero Murray caminaba decidido sorteando a los grupos, como cualquiera que ha quedado para una cita a la que llega tarde. Al salir al Arenal decidieron separarse. Noah esperó en la esquina junto a la bocana que entraba hacia el lateral del templo, donde había aparcado Murray la otra noche y a donde el hombre se dirigió como un buen animal de costumbres. Mikel aceleró el paso hacia la Ribera para recoger el Renault 6 que le habían prestado, maniobró entre el gentío que se dirigía a las txosnas junto al Arriaga, y Noah entró en el coche justo en el instante en que Murray se cruzaba por delante conduciendo hacia el puente.

Primero fueron hacia la zona de Deusto. Murray aparcó casi en la puerta de la discoteca Garden. Se acercó a la entrada, pero comprobó que aquella noche había una actuación en directo y ni siquiera llegó a entrar.

Subió al coche y se dirigió a otro local nocturno de la zona. Aparcaron a dos coches de distancia de Murray en la misma avenida Madariaga, pero esperaron hasta ver que entraba en el local para seguirlo.

—No es un lugar al que vengan precisamente las jovencitas —comentó Mikel Lizarso—. Hay de todo, pero en general la media de edad es de gente más mayor, y el ambiente algo más «turbio», por llamarlo de algún modo, que el de un lugar como el Arizona.

No, Noah no esperaba que John Biblia regresara al Arizona. Aquello habría sido demasiado inmaduro y previsible. Si no habían podido atraparlo en todos aquellos años era porque había aprendido, o como lo llamaba Ressler, aquel investigador norteamericano del FBI, «había evolucionado». El enorme riesgo que había corrido a principios de los setenta, repitiendo como coto de caza la Barrowland, debía ser sin duda una de las variantes que había tenido que introducir en su modus operandi.



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