En llamas by Rober H.L. Cagiao

En llamas by Rober H.L. Cagiao

autor:Rober H.L. Cagiao [Cagiao, Rober H.L.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Intriga
publicado: 2020-10-13T03:00:00+00:00


XXVI. STEEL THUNDER

Quedaron en uno de los locales de la playa de Pantín, en Valdoviño. Con gafas de sol y su característica tez morena, Portela y Lume esperaban a dos de los tres integrantes de aquel grupo, que aún continuaban vivos. Como buenos músicos, se hacían de rogar. El día no estaba soleado, pero sí era perfecto para el surf, con unas buenas rachas de viento, Lume pensó que era un ambiente propicio para el germen de un grupo ochentero.

Al cabo de unos minutos vieron a un par de chicos acercarse, eran Tim y Ron, lo que quedaba en pie de Steel Thunder. Después de las presentaciones, Lume empezó a preguntarles sobre aquella amarga noche.

—Veréis, chicos, sé que os lo habrán preguntado mil veces, pero necesitamos saber todo lo que recordéis de aquel día. Un asesino está matando a gente relacionada con ese accidente, por lo que cualquier detalle puede ser importante.

Tim tomó la palabra, como buen frontman.

—Ojalá nunca hubiera aceptado. Ese concierto estaba maldito desde el inicio. Recuerdo que había una amenaza de ciclogénesis y todo, pensamos en suspenderlo, a mí me dio una gastroenteritis dos días antes, todo eran señales, pero no les hicimos caso. Nuestro manager insistió en el tema de la pirotecnia, yo no lo veía nada claro, la verdad, el local era algo pequeño, pero al final siempre haces caso de los que saben, y más si resulta ser el dueño del local.

—¿Vuestro manager era Sebastián Trapero?

Tim asintió y Portela, rápidamente, le mandó un mensaje a Costoya para que lo supiera. El cantante prosiguió la historia.

—El local no estaba lleno, y menos mal; a pesar de la amenaza del mal tiempo se había quedado una buena tarde, así que eran más de noventa las personas que se acercaron a vernos. Siempre comenzábamos los conciertos con esa versión de Twisted Sister, las bengalas empezaron a chispear, recuerdo que salí a cantar y hasta la mitad del tema no me di cuenta de que parte del techo estaba ardiendo, a partir de ahí fue una locura, la gente empezó a apelotonarse en la entrada, después en las salidas de emergencia, una de ellas no cedió ante la presión y mucha gente quedó atrapada, yo conseguí salir por la otra.

—Dos compañeros suyos murieron en el incendio, ¿qué ocurrió?

—Ellos volvieron a los camerinos, no le dieron importancia, quisieron recoger su equipo, la guitarra, el ampli, eso valía una pasta, el caso es que se quedaron atrás, sólo Ron, Michael y yo conseguimos salir con vida.

—¿Y su compañero, el que no ha venido?

—No quiere saber nada de nosotros, ni de la música, ni de nada, está encerrado con una depresión de caballo —se quitó las gafas de sol y los miró—. Miren, agentes, aquello fue terrible. No saben lo que es tener que pasar por encima de otras personas para salvarse, saber que no puedes hacer nada por ellas, verlas morir ardiendo en ese puto infierno, nunca me lo podré quitar de la cabeza, y lo extraño es que no



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