El Maestro by Pablo Poveda

El Maestro by Pablo Poveda

autor:Pablo Poveda
La lengua: spa
Format: epub
editor: PublishDrive
publicado: 2017-02-18T00:00:00+00:00


León explicó que cuando encontró la dirección que había obtenido, no existía tal lugar. El negocio era una tapadera y en su lugar no existía más que un bloque de edificios. El español recordaba los hechos: una tarde lluviosa, el viento dirigía la lluvia hacia su rostro. Preguntó a varios transeúntes por la localización, pero nadie supo decirle con exactitud dónde se encontraba. En un cruce de tranvías, entendió que jamás daría con el paradero de aquel local. Regresó pensando en pedirle explicaciones a su mujer, ya que había sido ella la que le había mentido. ¿Qué ocultaba?, se preguntaba tras cada paso que daba. Sin embargo, al introducir la llave, Wiktoria saltó sobre él con un fuerte abrazo. Estaba preocupada, algo había sucedido. León lo sintió en la forma en que ella se pegaba a su cuerpo. Wiktoria, la mujer que había cosido a balazos el cuerpo de Komarnicki, temía por su vida, pero… ¿Por qué?

Tomaron una taza de té y ella le hizo preguntas sobre dónde había estado y si había vuelto a beber. León entendió que no era momento para tener otra discusión, aunque tal vez fuese la única ocasión para hacerlo. Jamás olvidaría el rostro de su mujer, pálido y apagado por una noticia que ambos parecían saber.

—Wojtek ha sido asesinado —dijo estremecida. El español no lo entendió en un primer momento, pero Wiktoria era consciente de que estaban siendo espiados. Wojtek era el nombre de un oso que la 22 Compañía de Suministros de Artillería del ejército polaco había adoptado en la Segunda Guerra Mundial. Wojtek también era el nombre de una de las amistades más cercanas de Wiktoria tras la guerra civil. Lo conocían por su tamaño y abundante vello corporal. León había conocido a Wojtek de pasadas durante su estancia en la base militar de Kabaty. No obstante, el polaco tuvo más suerte que otros y aquel fatídico día en el que la vida de todos dio un vuelco, no subió al Volkswagen Passat que ocupaba el español junto al resto. Con Wojtek fuera de juego, sólo quedarían Wiktoria, León y Bosko.

—Se los cargaron uno a uno… —explicó el español—. Era como si nos hubiesen vigilado durante todo este tiempo. Wiktoria lo sabía y no podía confiar en nadie, ni siquiera en mi…

—Resulta sospechoso que Bosko sea el único que no haya sufrido ningún tipo de aviso —dijo el polaco—. ¿No crees?

León levantó una ceja. Su anfitrión se había tomado demasiadas molestias en sospechar de uno de sus líderes en lugar de defenderlo.

—¿Qué te hace pensar eso?

—No me extrañaría… que lo hubiese ordenado él —titubeó—. Bosko es un teórico, carne de política. Ellos sólo saben ordenar con el dedo, pulsar el botón…

—Esta guerra fue levantada por una milicia organizada —explicó el español—. Antes de conocer a Wiktoria, conocí a su madre. Ninguno de los que formamos parte de ella estábamos preparados para algo así. Fue todo tan absurdo que todavía me sorprende que sigamos vivos.

—Todavía no me has contado quien te reveló la información…

—No seas impaciente —interrumpió—.



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