El fin de la fe by Sam Harris

El fin de la fe by Sam Harris

autor:Sam Harris [Harris, Sam]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Filosofía
editor: ePubLibre
publicado: 2004-01-01T00:00:00+00:00


Intuición

Uno no puede ir muy lejos con los teóricos de la moral sin oír hablar de que tenemos una «intuición moral», ya sea para exaltarla o condenarla. La razón para esta última actitud es que, en los discursos filosófico y científico, el término «intuición» siempre ha arrastrado el aroma de lo impropio. Al haber caído regularmente en desgracia por su aparición en coloquialismos tales como «la intuición femenina» (refiriéndose a algo psíquico) o al contrastar directamente con «la razón», la intuición parece ahora conjurar todo lo empalagoso e irracional que existe fuera del ámbito universitario. La única, y sorprendente, excepción a esta regla se encuentra entre los matemáticos, que parecen hablar de sus intuiciones sin el menor embarazo, con el tono de turistas que viajan a exóticos lugares del mundo desarrollado y a los que se oye comentar en el desayuno los contratiempos de su colon. Pero, por lo que sabemos, los matemáticos sí viajan a lugares muy exóticos. También vale la pena hacer notar que muchos de ellos admiten ser filósofos platónicos, sin sentir ninguna necesidad aparente de solicitar a un filósofo profesional que le exorcize la intuición.

A pesar de su estigma, «la intuición» es un término del que no podemos prescindir, por ser el constituyente más básico de nuestra facultad de comprensión. Y si esto sea cierto en cuestiones éticas, no lo es menos en las científicas. Cuando no podemos seguir avanzando en nuestro conocimiento de algo que, sabemos, va más allá, el salto que resta hasta la solución lo damos intuitivamente. La tradicional oposición entre razón e intuición es falsa: la razón es, en sí misma, intuitiva hasta la médula, y cualquier forma de valorar lo «razonable» o «lógico» de una propuesta requiere de la intuición. Oímos muy a menudo a científicos y filósofos admitir que algo es un «hecho básico»: es decir, un hecho que no admite simplificaciones. Tampoco es que los científicos sientan la más mínima tentación de poner en duda la cuestión del porqué los acontecimientos físicos tienen causas, Es así y basta. Preguntarle a un contable el por qué de un hecho básico es como preguntarle cómo sabemos que dos más dos son cuatro. Los científicos presuponen la validez de ese «hecho básico»… y, de hecho, así debe ser.

Creo que el argumento es obvio: no podemos salir de la oscuridad sin dar un primer paso. Y la razón, si es que comprende algo, comprende este axioma sin saber cómo. No obstante, la confianza en la intuición no debería de ser más incómoda para un ético de lo que lo es para un físico. Todos tiramos del mismo carro.

También es cierto que sabemos que nuestras intuiciones pueden fallar. Es más, hay razonamientos que a primera vista no parecen muy «razonables». Cuando se pregunta cuál sería el grosor de un periódico si pudiera doblarse sobre sí mismo cien veces seguidas, la mayoría imaginamos algo del tamaño de un ladrillo. No obstante, un poco de aritmética elemental nos dice que un objeto así sería tan grueso como todo el Universo conocido.



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