El despertar de la Bestia nº 01 by Dan Abnett

El despertar de la Bestia nº 01 by Dan Abnett

autor:Dan Abnett [Dan Abnett]
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788445015568
editor: Minotauro
publicado: 2023-02-17T00:00:00+00:00


VEINTIUNO

INCUS MAXIMAL / MALLEUS MUNDI — ÓRBITA

El magos Urquidex entró en la cubierta médica de la nave de investigación. Pasó junto al alfa primus Orozko y dos centinelas Collatorax fuertemente armados. El artesano trayectorae Van Auken no quería correr ningún riesgo con sus invitados.

Urquidex se acercó a la montaña de gasas y vendajes ensangrentados que había en el centro de la sala ciberúrgica. El gigante estaba delante de las tres cápsulas que habían encontrado en la superficie y que permanecían en los bancos quirúrgicos. No se movía, aunque podía escucharse el sonido del aire fluyendo por su sistema polipulmonar.

El magos se colocó a su lado y ajustó varios controles de la galera con ruedas que seguía al paciente como un perro fiel. Cables y vías discurrían entre el equipo médico y los pliegues del hábito del Space Marine. El gigante no se percató de su presencia.

—Lamento mucho todo esto —dijo el magos biologis—. Jamás deberías haber visto a tus hermanos de capítulo en este estado. Las autopsias han terminado. Los prodigios de su diseño y de su ingeniería genética han sido honrados como es debido por los sirvientes del Omnissiah. Nuestros magi concisus han llevado a cabo los ritos funerarios, pero aquí fuera nos es imposible cumplir con todos los rituales que requiere el culto.

—Es imposible para vosotros y para cualquiera —dijo el gigante con voz grave.

—Depositaremos sus cuerpos en un contenedor de methalon durante el resto del viaje —dijo Urquidex—. Pero aún falta la cuestión de la identificación; para nuestros registros, obviamente.

El gigante se volvió y miró al magos biologis. Las heridas abiertas, las quemaduras y las yagas causadas por la radiación le daban a su rostro un aspecto crudo y truncado. El Imperial Fist se giró de nuevo hacia las cápsulas.

—Quizá tus placas de identificación sean…

—Diluvias, nombre de muro: Zarathustra —dijo el Adeptus Astartes. Urquidex anotó el nombre en la pizarra de datos—. Xavian, nombre de muro: Tranquilidad. Tylanor, nombre de muro: Dolorus.

Una vez completada la identificación, el Space Marine hizo una pausa.

—¿Dónde los encontraron?

—Coordenadas tres, sesenta y dos, setenta y dos, catorce — le informó Urquidex—. Se habían producido unas alteraciones gravitatorias considerables…

—Todo el planeta se volvió del revés —dijo el Imperial Fist—. Chromos. Pielesverdes. Adeptus Astartes. Enterrados con vida en plena batalla como si se tratara de una excavación xenoarqueológica. Yo mismo luché. Maté. No sé durante cuánto tiempo. Sentí que la tierra se estremecía bajo mis botas. Un enorme acantilado apareció ante mí. Una ola gigantesca de rocas, tierra y cadáveres. Mis hermanos cayeron. La tierra se los tragó. Pensé que el magos también había muerto.

Urquidex caminó junto al gigante hasta la camilla en la que estaba Phaeton Laurentis. Sus labios, destrozados, seguían pronunciando palabras sin sentido. Babeaba y movía los brazos como intentando agitar el aire con las manos.

—Su diagnóstico no es del todo erróneo —dijo Urquidex—. Sus partes mecánicas son lo único que mantiene sus órganos con vida. Estamos extrayendo los datos de su cogitador y de todos sus sistemas. Los magi physic no creen que vaya a sobrevivir.



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