El despertar by Natasha Preston

El despertar by Natasha Preston

autor:Natasha Preston [Preston, Natasha]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Juvenil, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2015-08-02T16:00:00+00:00


23

Scarlett

Sentí una descarga de adrenalina cuando nos bajamos del autobús al llegar al puerto. Llevábamos ya cuatro horas y media de viaje, y ahora nos esperaban otras tres y media de ferry, pero me daba absolutamente lo mismo; éramos libres hasta el día siguiente por la mañana.

Imogen me cubriría las espaldas si mi madre la llamaba. Noah le había pedido a Chris que hiciera lo mismo por él. Ninguno de los dos sabía dónde estábamos; lo único que les habíamos dicho es que íbamos a pasar un rato juntos y que tenían que echarnos una mano.

Im se centró tantísimo en lo que significaba perder la virginidad que apenas me pidió otros detalles del viaje. Lo que no sabía era que la había perdido el miércoles anterior. Había sido perfecto. Noah se había portado como nadie, y ahora me sentía aún más unida a él.

Mi madre no dudó en permitir que me quedara en casa de Imogen a pasar la noche, aunque no es que me soliera poner pegas. Estaba bastante segura de que los dos se alegraban de que me marchara de casa. Mi padre consideraba que darnos un poco de espacio nos haría bien, y tenía razón. Necesitábamos dejar de estar los unos encima de los otros ni que fuera un día, y quizá cuando regresara podríamos hablarlo y solucionar las cosas. Ya estaba lista para que nuestra relación volviera a la normalidad.

El ferry de vuelta salía a las dos de la mañana y, en principio, llegaríamos a casa a las once y le podría decir a mis padres que venía de estar con Im. Iban a ser dos días muy largos, pero me hacía falta alejarme un poco, y pasar tiempo con Noah —a solas— era la guinda del pastel.

Noah era el que tenía los pasaportes —yo saqué el mío del armario la noche anterior— y llevaba la delantera mientras avanzábamos por el puerto. Se notaba que se lo conocía al dedillo; sabía perfectamente adónde ir. Tardamos poco en llegar y nos sentamos en la cafetería. Después de la odisea en autobús, el cuerpo me pedía café. Noah se pidió un té verde sin teína. No me hacía a la idea de que pudiera sobrevivir sin cafeína.

—¿Estás bien? —le pregunté.

Sin apartar la vista de la taza, asintió.

—Sí; un poco cansado.

—Ya, yo igual. ¿Tienes ganas de ver otra vez a tu tía?

Hacía bastante poco de la última visita, pero esta vez iba con su novia. Las diferencias eran notables.

Esbozó una sonrisa, asintió de nuevo y le dio un sorbito al té.

—Pues sí. ¿Te apetece conocerla?

—Sí, pero estoy de los nervios. ¿Estás seguro de que no va a llamar a tus padres?

—Les vas a caer superbién a todos. Te lo prometo. Y no, no va a llamarlos. Si pasara, me dirían que no volviera a hacer nada a sus espaldas, pero seguro que se enrolla.

—Espera, ¿«a todos»? Vamos a ver, pero ¿a cuántas personas voy a conocer?

—A unos cuantos primos y al novio de mi tía. Son buena gente, no te preocupes.



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