El corazón del mundo by Peter Frankopan

El corazón del mundo by Peter Frankopan

autor:Peter Frankopan [Frankopan, Peter]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Historia
ISBN: 9788416771332
editor: LIBRANDA PLANETA
publicado: 0101-01-01T00:00:00+00:00


En la raíz del problema estaba el hecho de que Gran Bretaña sabía lo que estaba en juego gracias a los recursos naturales que se habían descubierto en Persia, y que parecía probable que también poseyera Mesopotamia. De hecho, en 1914, justo el día del asesinato de Francisco Fernando, se aprobó una concesión para la búsqueda de petróleo que, no obstante, nunca llegó a ratificarse. El beneficiario era un consorcio encabezado por la Turkish Petroleum Company, una empresa en la que la Anglo-Persian era el accionista mayoritario y en la que tenían participaciones minoritarias la Royal Dutch Shell y el Deutsche Bank, además de la parte correspondiente a Calouste Gulbenkian, el extraordinario negociador que había tramado todo el acuerdo.[58] Independientemente de qué promesas o compromisos se estuvieran planteando a los pueblos y naciones de Oriente Próximo, la verdad era que la forma y el futuro de la región estaban siendo trazados por funcionarios, políticos y hombres de negocios que solo tenían una cosa en mente: asegurarse el control del petróleo y los oleoductos que lo bombeaban a los puertos para ser cargado en los buques cisterna.

Los alemanes se dieron cuenta de lo que estaba ocurriendo. En un documento informativo que terminó llegando a manos de los británicos, se argüía que Gran Bretaña tenía dos objetivos estratégicos primordiales. El primero era mantener el control del canal de Suez, que tenía un valor estratégico y comercial único; el segundo, controlar los campos petrolíferos de Persia y Oriente Próximo.[59] Esta era una evaluación muy perspicaz de la situación. En su crecimiento desproporcionado el imperio transcontinental de Gran Bretaña había llegado a cubrir casi una cuarta parte del globo. A pesar de los muchos climas, ecosistemas y recursos diferentes que abarcaba, había algo de lo que carecía: petróleo.

Sin depósitos significativos mencionables en ninguno de sus territorios, la guerra ofrecía a Gran Bretaña una oportunidad de corregir eso. «Las únicas reservas potencialmente grandes», escribió sir Maurice Hankey, el estudioso secretario del gabinete de guerra, «son las de Persia y Mesopotamia». En consecuencia, hacerse con «el control de esas reservas de petróleo se convierte en un objetivo primordial de la guerra».[60] Desde una perspectiva militar no había nada que ganar en esta región, subrayó Hankey en una carta al primer ministro, David Lloyd George, escrita ese mismo día; pero Gran Bretaña debía actuar con decisión si quería «asegurarse los valiosos pozos de petróleo» de Mesopotamia.[61]

Pocos necesitaban que se les convenciera. Antes de que la guerra terminara, el ministro de Exteriores británico hablaba sin términos medios sobre cómo veía el futuro. No cabía duda de que les aguardaban cuestiones relativas al desmembramiento de los imperios de sus rivales. «Me tiene sin cuidado», dijo a destacadas figuras del gobierno británico, «bajo qué sistema nos quedamos con el petróleo, bien sea mediante un contrato de arrendamiento a perpetuidad o cualquier otra posibilidad, pero estoy absolutamente seguro de que es de suma importancia para nosotros que ese petróleo esté a nuestra disposición».[62]

Había buenas razones para semejante determinación, así como para las inquietudes en las que se apoyaba.



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