El catolicismo explicado a las ovejas(c.2) by Juan Eslava Galan

El catolicismo explicado a las ovejas(c.2) by Juan Eslava Galan

autor:Juan Eslava Galan
La lengua: es
Format: mobi
Tags: sf_history
publicado: 2010-08-30T22:00:00+00:00


CAPÍTULO 29

Los dogmas

De vez en cuando aparece en estas páginas la palabra dogma y me queda la duda de si el lector tibio en su fe (desgraciadamente la mayoría) tendrá claro el concepto o lo habrá medio olvidado desde los lejanos tiempos en que asistía a la catequesis parroquial.

Dogma significa «verdad revelada por Dios». El dogma nunca es una cosa sencilla, sino algo complicado y difícil de asimilar desde el limitado entendimiento humano, de lo contrario no sería dogma. Es una rueda de molino con la que el cristiano comulga con los ojos cerrados y el espíritu abierto, con cierta conformidad infantil («sed como niños»). El dogma es una semillita que el mismo Cristo ha sembrado en el campo fecundo de su Iglesia; «semilla que germina, crece y se desarrolla [...] el tempero lo da el mismo Espíritu Santo, [...] sus enseñanzas, las no escritas, quedaron como en el subconsciente de la Iglesia, y afloran cuando suena la hora de la Providencia, en forma tan clara y patente, que muchas veces no puede ser ahogada ni por la autoridad de los doctores, como acaeció en el caso del dogma de la Inmaculada Concepción». [463]

Existen tres dogmas de la Iglesia que preocupan mucho al católico, inmersos como estamos en esta sociedad consumista y codiciosa que pretende obtener pingües ganancias del mínimo esfuerzo y no da nada de balde. Me refiero a los novísimos, al dogma de la existencia del Juicio Final, del Cielo, el Infierno y el Purgatorio y al microdogma anejo, residual, del Limbo.

Tenemos una alma inmortal, de eso no cabe duda, y esa alma que es también el hogar de nuestra conciencia, de nuestro yo y hasta de nuestro superyó, tiene que reubicarse en alguna de esas cuatro regiones cuando el cuerpo muere. Que has sido bueno y sin tacha en tu paso por este mundo: vas al Cielo, a la Gloria, a la morada de los ángeles; que has sido sólo regularcillo, pero has muerto confesado y comulgado, vas al Purgatorio con más o menos condena según la carga de pecados que el ángel de la guarda, ese chivato insobornable, haya anotado en tu Libro de culpa mayor, que has sido malo o has muerto sin arrepentimiento ni confesión: ni Dios te libra del Infierno; que has muerto recién nacido y no dio tiempo a bautizarte: al Limbo, donde ni gozas ni padeces. Que has nacido antes de la predicación de Jesús y por lo tanto imposibilitado de hacerte cristiano, pero, sin embargo, eras buena persona: también al Limbo, a cambiar pañales a los recién nacidos. [464]

Esto estaba claro hace unos años, pero hoy está un tanto confuso, así que vamos a ponernos al día por lo que pudiera venir.

Existe un gravísimo problema que la teología no ha resuelto satisfactoriamente, un pequeño cabo suelto en los novísimos: ¿adonde van los musulmanes, los budistas, los hindúes, los animistas africanos, los sintoístas y el largo etcétera de religiones, sectas, credos y creencias repartidos por el mundo, lo que incluye a



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