El castillo de las ranas by Jostein Gaarder

El castillo de las ranas by Jostein Gaarder

autor:Jostein Gaarder [Gaarder, Jostein]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Infantil
editor: ePubLibre
publicado: 1994-01-01T00:00:00+00:00


Colocó la silla en la hierba, delante de todos, y trepó hasta ella. Así ocupaba un lugar mucho más alto que los demás.

—Éste es el tribunal más alto del castillo —comenzó a decir—. Si alguien en este grupo tiene alguna queja que presentar contra el gnomo Umpin o contra su amigo Kristoffer Poffer, tiene la palabra.

La reina comenzó a dar pequeños pasos hacia delante y hacia atrás, como si el mariscal fuera un socorrista y el mundo fuera una playa.

—Esas palabras deberían sobrar —empezó—, a nadie se le pueden haber escapado las molestias que hemos tenido que sufrir en nuestro castillo con la llegada de este príncipe Poffer.

—Eso no prueba nada, honrada reina —intentó decir el gnomo Umpin—. Lo que hay que probar es que los contratiempos sucedidos en el castillo los ha causado el príncipe Poffer.

—¡Bien! —prosiguió la reina madre—. Entonces empezaré por preguntar a Kristoffer Poffer si piensa que soy una tonta.

—En absoluto, honrada reina —dije sin pensarlo. Pero luego me puse a pensarlo y decidí que sí, que me parecía tonta y que además también era mala y asquerosa.

—¡Mariscal! —exclamó la reina severamente—. Por favor, lee los pensamientos del príncipe Poffer.

El mariscal nos miró desde arriba, primero a mí y luego a la reina.

—Acaba de pensar que la reina es tonta y que además también es mala y asquerosa.

—¡Gracias! —dijo la reina—. Entonces he podido probar que Kristoffer Poffer miente. El que miente roba, y al que roba hay que arrojarlo inmediatamente a la mazmorra.

A mí todo eso me pareció correcto, por eso me limité a mirar al suelo, aunque también me pareció que la princesa o el príncipe hubieran podido decir algo para salvarme, ya que yo los había salvado a ellos varias veces.

La princesa no hacía más que chupar el anca de la rana, igual que hizo Camilla una vez que comió pollo y que mamá se había enfadado conmigo porque me había hecho pis encima porque Camilla había dicho algo tan divertido que casi me muero de la risa. Ese día ella me pareció muy cobarde.

—Ahora el príncipe Poffer está pensando que la princesa es cobarde —informó el mariscal.

—Eso es posible —dijo Umpin—, y tal vez tenga razón. Al menos no se puede juzgar a Kristoffer Poffer por pensar que la reina es tonta sin investigar primero si es verdad o no.

La reina se enderezó y señaló a mi buen amigo.

—¡Pruebas! —gritó.

—Esta cruel reina me acusó una vez de haber robado el corazón del rey —explicó el gnomo Umpin—. Y por eso me arrojaron a la mazmorra. Pero todo el mundo sabe que fueron las salamandras las que cometieron esa atrocidad. Pero ¿quién se lo ordenó? La reina; así que fue ella quien robó el corazón del rey, y por eso es verdad que la reina es tonta, y además mala y asquerosa.

El rey se levantó de la silla y dijo:

—Es éste un día muy triste en todos los aspectos, porque o mi amada reina se ha transformado de repente en una tonta, mala y asquerosa, o mi buen príncipe Poffer de los bosques es un espía que miente y roba.



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