El anillo perdido by Antonio Manzini

El anillo perdido by Antonio Manzini

autor:Antonio Manzini [Manzini, Antonio]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2018-04-26T00:00:00+00:00


* * *

La voz de la actriz llegaba retumbando hasta el interior de los vestuarios, donde, al contrario que en las gradas, reinaba un silencio cargado de tensión. Fue Rocco quien lo rompió.

—Entonces, ¿todo claro? —dijo el subjefe mirando a sus hombres, sentados en los bancos—. La táctica es exactamente la misma. Balón largo a la viva la virgen a Caciuoppolo esperando que la lance dentro. Me he informado acerca del portero de su equipo. Cambellotti. Un manta de sesenta y cinco años. Ese es su primer punto débil.

—No como nuestro portero, ¡que es nuestro punto fuerte! —intervino Scipioni, y el equipo estalló en risas.

—Pero ellos no tienen nuestra táctica en falange. D’Intino, ¿qué es lo que tienes que hacer en cuanto grite «vamooooos»?

D’Intino se cuadró de inmediato.

—¡Corro para cubrir el palo!

—¡Excelente! Ahora a jugar sucio, a jugar duro, a jugar como hombres. No quiero once agentes ni tampoco quiero once mojigatos. Quiero once fieras despiadadas, once máquinas de guerra, ¡once pitbulls dispuestos a devorar a la presa! ¡Recordad El Álamo!

Los policías se miraron dubitativos.

—¿Qué coño tiene que ver El Álamo? —preguntó el jefe, que todavía no se había quitado el chándal.

—Bueno, bueno, a mí me parecía que venía al caso. —Luego Rocco se echó a reír y todos imitaron aquella risa liberadora.

En ese momento entraron dos hombres con chándal rojo cargados de botellitas de agua de un cuarto de litro.

—¡De regalo! —anunciaron.

Los agentes, contentos, cogieron una botella por cabeza. Rocco les dio un par de palmaditas a los empleados. Costa, en cambio, echó un vistazo fuera, al pasillo.

—¿Y qué pasa con los Gatorade? ¿Para quién son los Gatorade?

Los dos hombres en chándal se miraron avergonzados.

—Esos son para… para los otros.

Costa abrió los ojos como platos.

—¿Me estáis diciendo que a nosotros nos dais agua mineral y a los magistrados Gatorade?

Los del chándal rojo no sabían qué responder. Se encogieron de hombros.

—¡Es el colmo! —gritó Costa—. El Gatorade… y puede que hasta un pastelito, ¿no?

—No. Solo Gatorade…

—Qué más da —se entrometió Rocco Schiavone—, siempre hay favoritos, señor Costa. Ya lo sabemos. Con más razón, amigos, salgamos al campo ¡y que se enteren de quiénes somos! Al fin y al cabo, lo que debe triunfar es el deporte, ¿no?

Y batiendo las manos despertó a los jugadores. Los taconazos y los gritos de ánimo acompañaron la salida del equipo.

—¡A por ellos!

—¡Somos los campeones!

—¡Vamos a machacarlos!

—¡Viva la madre que nos parió!

Costa se quitó los pantalones del chándal y se acercó a Schiavone.

—Ya no estoy tan convencido de tener que empatar.

Rocco lo miró fijamente.

—¿Y quién ha dicho nada de empatar?



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.