El amigo del rey by Santiago Blasco

El amigo del rey by Santiago Blasco

autor:Santiago Blasco [Blasco, Santiago]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2021-04-01T00:00:00+00:00


CAPÍTULO XVI

Los esfuerzos se vieron compensados con buenos resultados y estos con reconocimiento. El rey conocía la situación de su amigo y sabía que oficialmente no podía remediarla. Había perdido toda su hacienda como consecuencia de sus actos y eso era inamovible. Pero por otro lado, sí que podía compensarle de otra manera para facilitar la mejoría en su calidad de vida. Por eso, en 1577 fue nombrado almirante general de la Armada de Filipinas, nuevo cargo que suponía un regalo envenenado, pues también conllevaba mayores responsabilidades y un incremento de problemas y, por consiguiente, obligadas ausencias que hicieron que aumentara la duración de las cada vez más frecuentes separaciones de Leonor. Una situación verdaderamente incómoda que no era entendida por ella.

—Habéis cambiado mucho. Esta última estancia en España os ha devuelto distinto. Parecéis otro hombre muy diferente de aquel del que me enamoré —le dijo Leonor.

—¡No exageréis! Debéis comprender que me debo a una nueva responsabilidad, y por desgracia dispongo de unos medios muy limitados que me obligan a multiplicar los esfuerzos que debo aplicar por conseguir los objetivos que me han sido marcados. Eso es todo. Cuando haya solucionado los problemas será todo mucho más sencillo.

—Os engañáis. Los problemas de España nunca se arreglan. Si acaso, se multiplican con el tiempo.

—En verdad que no os entiendo. Tenéis cuanto necesitáis para cubrir vuestras necesidades. Hemos mejorado con relación a Colima, y sin embargo protestáis de continuo.

—Porque no es riqueza lo que he venido a buscar a Manila. Lo que quiero es teneros a vos a mi lado como antes.

—¡Pues esta no es la manera de conseguirlo! No puede ser que tengamos acaloradas discusiones cada vez que nos encontramos. Tengo pendientes muchas cosas por resolver y no puedo mantener la cabeza en otro sitio porque no cesáis de presionarme con vuestras exigencias.

—Para estar así, mejor me habría quedado en Colima. Al menos, allí tenía la compañía de viejos amigos.

—¡Amigos! ¡Jamás los hemos tenido en Colima! Decid mejor vecinos que estaban al acecho para primero descubrir nuestro romance y luego vernos caer.

—Pues los echo de menos.

—Podéis regresar con ellos cuando os plazca.

—¿Es que acaso no podéis entender que estoy completamente sola durante vuestros permanentes viajes por todas estas malditas islas? ¿No veis que esta situación me enloquece? ¿Que cada uno está por su lado mientras se consumen los mejores años de nuestras vidas? ¿Es eso lo que deseáis para nosotros?

—Organizaos mejor vuestro ocio y liberarme de tal obligación. Ayudadme, aunque sea por una única vez.

—¿Eso es lo que pensáis de mí?

—Quiero aconsejaros que hagáis nuevas amistades que os distraigan mientras yo estoy fuera.

—¿Esta es vuestra recomendación?

—No tengo otra.

—¡En verdad que ya no sois el mismo hombre que conocí en Colima! ¡Qué decepción más grande!

Aquella dura respuesta hizo llorar de amargura a Leonor. Tan abandonada se sintió que no pudo aguantar la presencia de Juan Pablo y salió rápidamente de la estancia para permanecer recluida en su alcoba durante largo rato. En sus muchos años de convivencia de pareja, era la primera vez que se le saltaban las lágrimas.



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