Duque por sorpresa by Hugo Sanz

Duque por sorpresa by Hugo Sanz

autor:Hugo Sanz [Sanz, Hugo]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2022-02-11T00:00:00+00:00


Capítulo 17

—Joder, ya estamos todos. Señoras y señores, con ustedes el duque —me hizo una reverencia.

—¿Quieres que te dé una patada en el culo y no sabes cómo pedírmela? Mira que tus deseos son órdenes para mí.

Entré y a Cayden le sonó el teléfono.

—No puede ser, ¿estás de parto? Pero si solo estás de cinco meses —le escuché decir y me temí lo peor—. ¿De siete? Pero si apenas tienes barriga, si me dices que te has tragado una oliva me lo creo. Vale, vale, que duele mucho, ya voy.

Colgó el teléfono y yo me temí lo peor.

—¿Vas a ser padre y no me lo habías dicho?

—¿Padre? ¿Estás bobo? Yo no he nacido para ir repartiendo mis genes por doquier, los míos son únicos e irrepetibles, ya lo sabes.

—¿Y entonces?

—Voy a ser tío, es mi hermana Diana, ¿no te dije que estaba embarazada?

—Ni media palabra.

—Pues ya sabes que de siempre le ha gustado joderme la vida. Ha tenido que ponerse de parto precisamente hoy y encima estando solo de siete meses, te prometo que no lo entiendo.

—Eres pura empatía, amigo, siempre lo has sido.

—Arthur, ¿cuánto se tarda en dar a luz? ¿Me dará tiempo de ir y volver? Es que no sé para qué me llama, ni que yo fuera el médico. Y con lo quisquillosa que es, cualquiera deja de ir, capaz de quitarme el honor de ser el padrino de mi sobrino.

—¿Vas a ser el padrino y no paras de quejarte? Desde luego que siempre has sido mortal, corre ya.

—¿Te harás cargo de que estos no me quemen la casa? No me fío ni medio pelo de ninguno de ellos.

—¿Y de mí sí? Espero que no te encuentres a la poli cuando vuelvas.

—Muy gracioso. De ti sí que me fío, no hagas que me arrepienta, por favor.

—Lárgate ya, ¿me has visto cara de mentecato? Por supuesto que no pasará nada. Ve con tu hermana y dale recuerdos de mi parte.

—No sé si estará para tantas formalidades, ya sabes la he escuchado más bien rollo «La niña del exorcista». Según como la vea, me lo ahorro.

—Está bien, amigo, que todo vaya bien.

Entré en su salón mientras él se despedía de todos.

Eché una ojeada y descubrí en un rincón a una preciosa chica que no paraba de mirarme y que no tuve duda de que era Astrid, porque coincidía con la descripción que me dio Cayden.

—Astrid, ¿verdad? Ya me dijo Cayden que eras guapa, pero lo que no me dijo es que tienes una sonrisa increíble.

—Tampoco te quedas corto, duque.

—Mejor Arthur, si no te importa, ¿una copa?

—Ya estás tardando.

—Bien, ¿qué te gusta?

—Pues muchas cosas, pero no creo que quieras que te las enumere aquí delante de todos, ¿o te gusta que te miren?

—No me hagas contestarte, por favor, ¿qué bebes?

—Un whisky, largo, por favor.

—¿Solo?

—No, contigo.

—Vale, muy aguda. Ahora mismo vengo.

—Y además atento, solícito y apañado, si tienes algún fallo lo disimulas estupendamente.

—Lo mismo te digo.

Me di la vuelta y suerte que cada cual iba a lo suyo, porque ella silbó y, según me dijo, el destinatario de sus halagos era mi trasero.



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