Digan la verdad by Antonio Caño

Digan la verdad by Antonio Caño

autor:Antonio Caño [Caño, Antonio]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Memorias
editor: ePubLibre
publicado: 2022-11-08T00:00:00+00:00


La redacción

En todo caso, no cabía entonces en mi escala de valores rechazar una propuesta personal del director, así que asumí con gusto el nuevo destino. Por lo demás, el cargo de redactor jefe era de gran relevancia dentro del oficio. Toda la vida ha sido uno de los cargos más importantes. Los periódicos han estado gobernados tradicionalmente por un director, un subdirector y un determinado número de redactores jefes en función de su tamaño y del número de secciones que incluyesen. Ser redactor jefe era llegar cerca de la cúspide. Cuando yo asumí el puesto en El País ya no era así, ya había un director adjunto y varios subdirectores, aunque todavía no se había producido la eclosión actual, en la que proliferan los directores adjuntos, los adjuntos a directores y los subdirectores de tal manera que el puesto de redactor jefe ha quedado totalmente devaluado, convertido en un mero ejecutor de órdenes múltiples que le llegan por canales diversos, casi siempre irrebatibles y difíciles de entender.

Solicité como ayuda para mi labor el fichaje de José Manuel Calvo, entonces todavía en la Ser, quien desde el principio se convirtió en mi mano derecha en Internacional y después se quedó al frente de la sección cuando fui nombrado subdirector. Pasamos buenos años juntos e hicimos un gran equipo con algunos que aún permanecen en el diario y otros que se fueron. Parte de ese equipo era Javier Moreno, que después fue nombrado director. Cuando llegué a Madrid, Moreno estaba pasando una mala época en la sección de Economía. Él mismo me contó que se encontraba incómodo y que le gustaría venir a trabajar conmigo. Convencí a Ceberio de que pusiera a Moreno al frente de un proyecto incipiente que cayó bajo mi responsabilidad: la elaboración de unas páginas especiales para la edición del periódico que se vendía en México. Eso obligaba a Moreno a trabajar a horas tardías y yo, en alguna ocasión, le acompañaba y salía a tomar algo con él después. Hicimos una buena amistad, que se extendió a nuestra vida personal.

Seguí después muy de cerca su carrera y, por supuesto, voté por él cuando fue propuesto como director. Yo no estaba en Madrid el día de la votación y Berna Harbour me llamó para recordarme que había que hacer todo lo posible para que Moreno, que no era muy popular en la redacción, tuviese el mejor resultado posible, cosa que no era necesaria porque yo había hecho ya todo lo que estaba en mi mano. No tengo duda de que todos mis amigos, así como el equipo de colaboradores que empezamos a trabajar juntos en Internacional, votaron por él.

Durante aquellos años como redactor jefe detecté los primeros síntomas de mi falta de sintonía con lo que podríamos llamar «la cultura de El País». Es complicado describir esto. Sería inadecuado atribuir a toda la gente que ha trabajado o trabaja en El País un comportamiento similar que responde a un determinado patrón. No es así. He conocido en el diario gente de muy diferente procedencia, estilo y pensamiento.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.