Desmoronamiento by Horacio Castellanos Moya

Desmoronamiento by Horacio Castellanos Moya

autor:Horacio Castellanos Moya [Horacio Castellanos Moya]
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788439739364
editor: Penguin Random House Grupo Editorial España
publicado: 2021-10-05T00:00:00+00:00


Michael Fernández San Salvador,

miércoles 15 de marzo de 1972

Papito adorado:

Le escribo hasta ahora porque no quiero abusar de don Michael. Muchísimas gracias por el dinero. Espero que el pago de los seguros de Clemente se arregle lo más pronto posible para no tener que molestarlo otra vez. De hecho, el proceso en la aseguradora privada parece que avanza con rapidez; en el seguro social las cosas tardan más por la burocracia.

Hablé con el coronel Aguirre, el director de la Policía, quien me dijo que el crimen de Clemen tiene que haber sido una equivocación. El coronel es alcohólico anónimo y llegó a la funeraria a presentarme sus condolencias; entonces me dijo que estaba impactado y que haría todo lo que estaba a su alcance para que los culpables sean capturados. Ayer vino un momento a casa, con su señora, a ponerse de nuevo a mis órdenes. Clemen dirigía el grupo al que pertenecen el coronel y otros militares muy importantes que también lo querían muchísimo. El coronel me dijo que él es amigo de uno de los dueños de la aseguradora, que hablará con éste para que agilicen el caso. Le estoy tan agradecida.

Estoy tratando de vender el carro de Clemen; a mí de nada me sirve conservarlo porque no sé conducir. Parece que no me darán mucho dinero: es un carro muy pequeño, pero Clemen lo quería montones, era como su juguete preferido. Oscarito, el hijo de Clemen, quisiera quedarse con el carro, dice que esos Austin Cooper son un modelo descontinuado, que le gustaría conservarlo como un recuerdo de su papá, pero a mí me urge el dinero.

Los hijos mayores de Clemen se han portado muy bien conmigo; no puedo quejarme. Todos están claros además de que la casa y las cosas que están en ella me pertenecen, que siempre han estado a mi nombre. Les entregué la ropa y las pertenencias de su papá para que se las repartieran. En realidad, aparte de su ropa, de la colección de encendedores y de sus bolígrafos, Clemen era poco dado a llenarse de cosas.

Quien me preocupa es Eri. La muerte de su papá lo ha sorprendido en una edad difícil, a punto de entrar a la adolescencia. Lo he notado muy callado, como introvertido. Mi niño… Cuando lo veo con su carita seria, ceñuda, y pienso que Clemen ya no está para orientarlo, siento como si se me apretara el corazón.

Mi mamita me llamó ayer para regañarme porque, según ella, no me apresuro a regresar con ustedes. Le he tratado de explicar que la situación no depende de mí, que en cuanto las cosas estén listas, partiremos. Pero ya sabe usted cómo es el carácter de ella: se puso a gritar cosas muy feas de Clemen y de los salvadoreños, histérica, diciendo que lo que yo pretendo es hacerle daño a Eri, como si no fuera mi hijo, con tan mala suerte que la comunicación se cortó. Dígale, por favor, que comprenda que yo estoy haciendo todos mis esfuerzos



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