Daisy Miller by Henry James

Daisy Miller by Henry James

autor:Henry James [James, Henry]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 1877-12-31T16:00:00+00:00


IV

Winterbourne se alegró al día siguiente cuando pudo observar que la servidumbre del hotel no sonreía al preguntar él por la señorita Miller. Sin embargo, ni esta señorita ni su madre se hallaban en sus habitaciones. Al otro día, cuando repitió la visita, tuvo la desgracia de no hallarlas tampoco.

La reunión de la señora Walker se celebró tres días después y, a pesar de la frialdad de la última entrevista, Winterbourne figuró entre los invitados.

La señora Walker era una de esas norteamericanas que mientras residen en el extranjero hacen un punto de honor —tal era su frase— del estudio de la sociedad europea. En esta ocasión, coleccionaba diversos tipos entre sus amigos mortales, para que sirvieran, pudiéramos decir, como de ilustraciones al texto. Cuando Winterbourne llegó a la reunión, no se encontraba Daisy Miller en ella, pero al poco rato vio a la madre que entraba sola, muy tímida y entristecida. Su cabello, despejado de las sienes, parecía más rizado que nunca. Cuando se aproximó a la señora Walker, Winterbourne se hallaba cerca también.

—Ya ve usted, he tenido que venir totalmente sola —dijo la pobre dama—. Estoy horrorizada, no sé ni qué hacer. Es la primera vez. Yo siempre he sido cosa aparte, y más desde que hemos llegado a esta dichosa ciudad. Quería que me hubiera acompañado Eugenio, Rodolfo, cualquiera, pero Daisy no lo consintió y me mandó sola a la calle. Y yo no tengo costumbre de andar sola.

—¿Es que su hija no nos va a honrar con su presencia? —preguntó la señora Walker con impaciencia.

—Tal vez; ha quedado vistiéndose —dijo la señora Miller con un acento resignado, si no filosófico, con lo que daba a entender que no olvidaba los incidentes que siempre surgían al paso de su hija—. Se vistió con tal fin antes de la comida, pero en esto llegó uno de esos amigos suyos, ese caballero que se proponía presentar, el italiano. Después se dirigieron al piano como si no pensaran separarse de él. El señor Giovanelli canta espléndidamente… Pero me parece que acabarán por venir —concluyó, esperanzada, la señora Miller.

—Pues sentiría sinceramente que viniese en tal compañía —comentó la señora Walker.

—Yo le dije —replicó la madre de Daisy— que no era costumbre vestirse antes de comer para tener que esperar después tres horas, y que me parecía que no venía a cuento ponerse aquel vestido para quedarse en casa con el señor Giovanelli.

—¡Esto sí que es el colmo! —dijo la señora Walker, volviéndose y dirigiéndose a Winterbourne—. Elle s’affiche. Busca la revancha por haberme arriesgado a suplicarle, como lo dice. Como venga, no le dirigiré la palabra.

Daisy llegó, efectivamente, después de las once, pero no como quien temiera que no le van a hablar. Se presentó radiante de alegría, riendo, bromeando, con un hermoso ramo de flores y acompañada por el señor Giovanelli. Todas las conversaciones enmudecieron, mientras la gente se volvió para mirarla. Se dirigió sin vacilación a la señora Walker:

—Deseo excusarme —dijo—. Tal vez pensara usted que no iba a llegar nunca, por eso envié a mamá por delante, para que le advirtiera.



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