Cuba, la isla fascinante by Juan Bosch

Cuba, la isla fascinante by Juan Bosch

autor:Juan Bosch [Bosch, Juan]
Format: epub
Tags: prose_contemporary
editor: www.papyrefb2.net


Capítulo IV

Las altas voces del pueblo

La evolución política del pueblo cubano reseñada en los tres capítulos anteriores se le hace evidente al extraño que visita la isla, aun a despecho de la selva de opiniones contradictorias que encuentra a su paso.

Se le hace evidente porque el cubano es un animal político. Pero sin duda un pueblo no podría alcanzar el desarrollo político que uno nota en Cuba si no hubiera sido impulsado por la expansión de la economía y por la fuerza de la cultura. La historia de la economía cubana requiere un voluminoso tratado, cosa de la cual pretende apartarse en varias leguas este libro, y la historia de la cultura demanda un trabajo que el autor no está en capacidad de realizar.

Desde luego, economía y cultura están entrañablemente enlazadas, pues no hay duda de que tan pronto el ser humano dispone de medios, usa una parte en la adquisición de conocimientos, bien para sí mismo, bien para sus hijos. Y aunque la cultura no está, como por herencia de conceptos coloniales se ha creído en los pueblos latinoamericanos circunscrita a las letras y a las artes, por la difusión de letras y artes comienzan los pueblos a poner interés en las ciencias. Las ciencias aplicadas ayudan a aumentar el bienestar, y el bienestar pone al hombre en mejor disposición para recibir la obra de los literatos, los poetas, los pintores y los músicos.

En Cuba no hubo cultura expansiva, porque no entraba en la política colonial española llevar el alfabeto al último poblador de sus posesiones. Pero hubo cultura para los círculos exclusivos. Esos círculos estuvieron formados por los mismos que tenían mayor poderío económico, a menos que irrumpieran entre ellos hombres y mujeres que, salidos de las capas más oprimida del pueblo, se impusieran por sus talentos. El caso no era difícil, dado que la cultura predispone el ánimo contra las barreras raciales, sociales o políticas. Así, en Cuba se vio a los grandes patriarcas de las letras acoger en sus círculos a esclavos negros o libertos que escribían poemas o novelas; y desde que los cubanos comenzaron a elaborar serias tareas culturales se aplicaron a servir a un ideal de justicia social, a menudo expresado en el afán de crear una República libre para todos sus habitantes.

El siglo xix vio una poderosa manifestación de la cultura cubana. Era la de una minoría, pero estaba dirigida al bien de la mayoría; y el resultado más apreciable de la obra que realizó estuvo en las guerras de independencia. Poetas, filósofos, escritores y educadores formaron, en el mejor sentido de la palabra y en el más amplio, a los directores del gran movimiento libertador. Ya al final del siglo, un hombre que era a la vez poeta, filósofo, escritor y educador, encabezó la guerra de 1895; fue José Martí, a quien le tocó personalizar todas las gamas de la cultura cubana resumidas en un político de gran talla.

Es el caso, sin embargo, que los



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