Controversias Libros I-V by Séneca el Viejo

Controversias Libros I-V by Séneca el Viejo

autor:Séneca el Viejo [Séneca el Viejo]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Ciencias sociales
editor: ePubLibre
publicado: 0038-01-01T00:00:00+00:00


COLORES

24 El color suscitó más discusión: ¿Debe el joven decir algo en contra del hombre rico? ¿Qué puede hacer? ¿Va a hablar en contra de uno que le honra tanto y que, además, es amigo de su padre, y no decir nada, en cambio, en contra del hombre al que va a abandonar? Pero incluso los oradores que se habían propuesto abstenerse de toda crítica no lo lograron del todo, dejándose llevar en ocasiones por el encanto de alguna sentencia a la que no pudieron resistirse. Sólo los oradores más secos se mantienen fieles a los colores que se han propuesto, pues nada los atrae, ni una figura, ni una sentencia. Les sucede lo mismo a las mujeres feas: si, por lo general, son pudorosas, no es que les falten ganas, sino alguien que las seduzca.

Fabiano el filósofo utilizó un color que le llevó a decir 25 lo siguiente: «Aunque aceptara ser entregado a otro, no querría que fuera a un rico». Y habló en contra de las riquezas, pero no del rico, afirmando que éstas habían acabado con la moderación y con el respeto, y que eran las causantes de que hubiera malos padres y malos hijos.

La elocuencia de Vibio Galo fue en otro tiempo tan grande como después lo fue su locura. Es el único, que yo sepa, que no enloqueció por accidente, sino que llegó a ese estado de manera deliberada. A fuerza de imitar a los locos y de considerar la locura un atractivo del talento, la ficción acabó convirtiéndose en realidad. Declamó esta controversia 26 al día siguiente de haberlo hecho Fabiano. Su manera habitual de abordar los lugares comunes era la siguiente: Cuando se disponía a describir el amor, anunciaba, a la manera del que recita versos: «Es mi intención describir el amor», igual que si estuviera diciendo: «Es mi intención llenarme de furor báquico». Después pasaba a la descripción, pero iba repitiendo constantemente: «Es mi intención describir el amor», como si se dispusiera a comenzar de nuevo desde el principio. En esta controversia consiguió plenamente lo que pretendía, que las riquezas se nos hicieran odiosas, pues nos soltó un montón de veces: «Es mi intención describir las riquezas», y habló largo y tendido sobre ellas, con menor corrección que Fabiano, pero con mayor encanto. Únicamente recuerdo una frase en la que había una pizca de locura: «No me gustan las masas de esclavos a los que ni su amo conoce, ni las prisiones de esclavos que, en la inmensidad del campo, dejan oír sus cadenas; quiero a mi padre sin pedir nada a cambio».

27 Arelio Fusco empleó el color siguiente: «Los presagios me son adversos. Cuando empezaba a considerar esta adopción, un día di con tres hijos desheredados, y ahora oigo contar que en esta casa había tres hijos y que ya no los hay. Me asusta una casa tan funesta para los hijos». Y señaló otras causas, como, por ejemplo, que uno al que van a desheredar tiene derecho a aducir diversas



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