Cicatrices del pasado by Alberto Meneses

Cicatrices del pasado by Alberto Meneses

autor:Alberto Meneses [Meneses, Alberto]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2022-05-01T00:00:00+00:00


* * *

Estaban en la puerta para entrar en el bar cuando Verónica decidió separarse de ellos.

—Si no os importa, voy a dar una vuelta por el pueblo. No me apetece tomar nada ahora.

—¿Estás bien? —le preguntó Vallejo.

—Sí, tranquilo. Necesito respirar un poco de aire y despejar la cabeza.

—Vale, te espero aquí.

En realidad, lo que Verónica necesitaba era desconectar y liberarse del sentimiento de frustración que en ese momento la embargaba, por no haber encontrado al Ermitaño en su casa. Algo en su interior le decía que él era el asesino. Ya no solo porque las pistas le señalaban, sino porque la primera vez que se habían encontrado vio algo en su mirada, que no le gustó: una rabia que no le pasó desapercibida. Quizás fuese solo contra ella, por el modo en que se habían conocido, pero cabía la posibilidad de que sintiese esa rabia contra las mujeres en general y que eso le hubiese llevado a asesinar.

No obstante, era consciente de que no podía permitir que esos pensamientos la obsesionasen, por eso decidió dar una vuelta por el pueblo y ocupar su mente en otra cosa. Cogió la calle que llevaba hasta la iglesia del pueblo y cuando llegó allí, la bordeó con paso tranquilo. En su camino se cruzó con dos señoras mayores, que la miraron con curiosidad, por no decir que la radiografiaron de arriba a abajo. Justo al alcanzar la parte de atrás de la iglesia, vio que en la otra acera estaba la oficina de turismo, así que entró. Una mujer de mediana edad, que estaba sentada detrás de su mesa, la saludó con una amplia sonrisa:

—¡Buenos días!

—Buenos días. Soy la subinspectora Cuevas, de la Policía Nacional. Quería saber si tenéis algún plano o mapa de las rutas que se pueden hacer por esta zona.

—Claro que sí —respondió la mujer echando mano de una pila de papeles que tenía a un lado de la mesa. Cogió uno y lo desplegó delante de ella—. Estas son las doce rutas que tenemos hasta el momento. Doce meses, doce rutas.

—Un nombre pegadizo.

—¿A que sí? Tenemos rutas de todos los tipos, dificultades y longitudes. A la gente les encantan por la variedad. Incluso tenemos una interactiva.

—¿Interactiva? —preguntó Verónica.

—Sí, es una ruta literaria que va de Rucayo a Utrero y que cuenta con códigos QR a lo largo del recorrido, con los testimonios de los que sufrieron con la creación del pantano. Está basada en el libro «Distintas formas de mirar el agua», del escritor Julio Llamazares.

—¿Es ahí donde falleció una niña hace un par de meses? —preguntó para tantearla.

—Sí, Ana. ¡Pobre cría! Menuda desgracia para todo el pueblo.

—¿La conocías?

—Conozco a su madre. La mujer está destrozada.

—¿Podrías indicarme en el mapa cuál es esa ruta?

—Sí, claro. —La mujer señaló uno de los gráficos—. Es esta, pero puedes verla mejor desde el móvil. Si entras en la página del ayuntamiento, puedes descargarte el recorrido para verlo desde cualquier aplicación de navegación. De todas formas, no tiene pérdida, sale del pueblo de Rucayo y llega hasta Utrero por una pista de tierra.



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