Charlas acerca de la Gracia by Charles Journet

Charlas acerca de la Gracia by Charles Journet

autor:Charles Journet
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 2013-02-05T16:00:00+00:00


II. LOS ESTADOS EXISTENCIALES DE LA GRACIA

Quinta charla:

Primer estado existencial: el paraíso terrenal o el estado adámico

1. Hemos tratado hasta ahora de la gracia considerada en sí misma y en su esencia. Hemos debido referirnos constantemente a la gracia tal como la vemos realizada desde la venida de Cristo, en el estado presente de la humanidad. Esas alusiones no era posible evitarlas. Pero es necesario ahora tratar de los diversos estados, de las diversas realizaciones existenciales de la gracia. En cada uno de esos estados encontraremos, a no dudar, las estructuras fundamentales que hemos caracterizado; pero en el transcurso de las diferentes edades de la humanidad, revestirán condiciones concretas diferentes, modalidades diferentes, de suerte que se podrá hablar de los diferentes estados existenciales de la gracia.

No es el Tratado de la Gracia de Santo Tomás lo que hay que consultar aquí, sino otras partes de su teología. Creo sin embargo que, en la actualidad, un tratado acerca de la gracia debería comprender esas cosas.

2. El primer estado existencial de la gracia es el de la gracia adámica.

La revelación judeo-cristiana nos habla, desde luego, del amor de Dios para los hombres, y secundariamente del amor que, en correspondencia, los hombres deben tributar a Dios. El primero, el mayor de esos dos misterios, es el de las condescendencias divinas con respecto a nosotros. Y desde el principio, da una respuesta a uno de los aspectos más inmediatos y más visibles del problema del mal. ¿Por qué está nuestra vida tan llena de conflictos? Conflictos entre el alma, que es inmortal; y el cuerpo, que la enfermedad y la muerte desgarran; entre la razón y las pasiones, que nos solicitan en opuesto sentido; entre el hombre y el universo, el hombre en lucha diaria para arrancar su vida a la tierra y ésta respondiéndole con el hambre y las catástrofes. ¿Por qué tantos trabajos? ¿Por qué, sobre todo, el sufrimiento y la muerte de los niños?

3. ¿Creó Dios al hombre en lucha con todos esos conflictos, en ese estado aflictivo, dramático? Desde el punto de vista filosófico, podía hacerlo. La condición dramática del hombre es el rescate de su grandeza. Compuesto, a la vez, de carne y de espíritu, está en la charnela del mundo de las cosas visibles, y del mundo invisible de los ángeles, es, según la frase de Santo Tomás, un horizonte entre dos mundos. Un tal conjunto de cualidades, un equilibrio tan complejo y delicado, no se obtienen y no se conservan más que a costa de victorias sobre los conflictos que sin cesar renacen. Admitir que el hombre es un «animal racional», es admitir que es, por definición, un ser aflictivo y dramático.

4. Ésa es la contestación del filósofo. Pero, ¿será valedera para una madre que acaba de perder a su hijo? Si se le explica que las leyes del universo son fatales y actúan ciegamente: ¡Qué me importan, dirá, esas leyes del universo! ¡Que me devuelvan a mi hijo! Y hay en esa protesta interior y espontánea como una apelación (ella puede no saberlo) a la condición primera del hombre.



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